Y ANTICIPAN EL FUTURO
Escribe
LEONARDO BOFF (*) lboff@leonardoboff.com Viernes 5 de julio 2013
(*)LEONARDO BOFF (BRASIL) Teólogo, filósofo y
escritor Uno de los fundadores de la Teología de la Liberación. n 1985, la
Congregación para la Doctrina de la Fe, dirigida por el Ratzinger (ex Papa) le
silenció por un año por su libro “La Iglesia, Carisma y Poder” . Profesor de,
ética y filosofía en Brasil. Conferencista en muchas universidades, como
Heidelberg, Harvard, Salamanca, Barcelona, Lund, Lovaina, París, Oslo, Turín. Escribió
más de 100 libros, traducidos a muchas lenguas. En 1997, el Parlamento Sueco le
otorgó el premio Right Livelihood
Profeta
en sentido bíblico no es en primer lugar aquel que prevé el futuro. Es aquel
que analiza el presente, identifica tendencias, generalmente desviadas, hace
advertencias y hasta amenazas. Anuncia el juicio de Dios sobre el curso A partir de las tendencias captadas, hace
previsiones para el futuro. En el fondo afirma: si continúa este tipo de
comportamiento de los dirigentes y del pueblo sucederán fatales desgracias.
Éstas son consecuencia de las
violaciones de leyes sagradas. Y ahí proyectan
escenarios dramáticos que tienen una función pedagógica: hacer entrar a todos
en razón y en la observancia de lo que es justo y recto delante de Dios y de la
naturaleza. Leyendo a algunos profetas del Antiguo Testamento y también
advertencias de Jesús sobre la situación de los tiempos futuros, casi espontáneamente nos acordamos de
nuestros dirigentes y de su comportamiento irresponsable ante los dramas que se
están preparando para la Tierra, para la biosfera y para el eventual destino de
nuestra civilización. Hace días en algunas partes del mundo se ha roto
la barrera considerada como la línea roja que debería ser respetada a toda
costa: Alcanzado este nivel,
difícilmente el clima calentado volverá atrás. Se estabilizará y podrá seguir
subiendo. La Tierra quedará calentada unos dos grados centígrados, o más.
Muchos organismos vivos no conseguirán adaptarse, pues no tienen cómo minimizar
los efectos negativos, y acabarán desapareciendo. La desertificación se
acelerará; se perderán cosechas, miles de personas tendrán que abandonar sus
lugares a causa del calor
insoportable y la imposibilidad de garantizar su
alimentación. En un
contexto así leo al profeta Isaías. Vivió en el siglo VIII a. C., uno de los
periodos más conturbados de la historia. Israel se encontraba exprimida entre
dos potencias, Egipto y Asiria, que se disputaban la hegemonía. Tan pronto era
invadido por una de estas potencias como por la otra, dejando un rastro de
devastación y de muerte. En este
contexto dramático Isaías escribe un capítulo entero, el 24, en una línea de
devastación ecológica. Las descripciones se asemejan a lo que puede sucedernos
a nosotros si las naciones del mundo no se organizan para parar el
calentamiento global, especialmente el abrupto, ya avisado por notables
científicos, que podría ocurrir antes de finales del presente siglo. Si
efectivamente ocurriera, la especie humana correría un gran riesgo de ser
diezmada y de que se destruyera gran parte de la biosfera
( Reflexion
completa de Leonardo Boff )
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