Escribe
PAUL KRUGMAN (*)
Fuente “Sin Permiso” http://www.sinpermiso.info/
28 de julio 2013
(*)PAUL ROBIN KRUGMAN (1953) es un economista, divulgador y
periodista norteamericano, cercano a los planteamientos neokeynesianos.
Profesor de Economía y Asuntos Internacionales en la Universidad de Princeton.
Tiene una columna en New York Times En 2008 fue galardonado con el Premio Nobel
de Economía.1Es fuerte crítico de las políticas económicas y generales de la
administración de George W. Bush. Ha escrito más de 200 artículos y 21 libros
-alguno de ellos académicos, y otros de divulgación-. Su Economía
Internacional: La teoría y política es un libro de textos estándar en la
economía internacional.
Cuando Detroit se declaró en quiebra, o al menos lo intentó
(la situación legal se ha complicado), sé que no fui el único economista que
tuvo un mal presentimiento sobre el probable impacto que tendría en nuestra
retórica política. ¿Iba a ser lo de
Grecia otra vez? Está claro que a algunos
les gustaría que eso ocurriera. Así que dirijamos esta conversación por buen
camino antes de que sea demasiado tarde. Vale, ¿de qué estoy hablando? Como
posiblemente recordarán, hace unos años Grecia se hundió en una crisis fiscal.
Esto era malo, pero las consecuencias para el resto del mundo deberían haber
sido limitadas; al fin y al cabo, la economía griega es bastante pequeña (de
hecho, representa alrededor de 1,5 veces la economía del Detroit
metropolitano). Por desgracia, muchos políticos aprovecharon la crisis griega
para adueñarse del debate y cambiaron el tema de la creación de empleo por el
de la rectitud fiscal.Pero lo cierto es que Grecia era un caso muy
especial del
que se podían extraer pocas o ninguna lección para la política económica más en
general, e incluso en Grecia los déficits presupuestarios eran solo una parte
del problema. No obstante, durante un tiempo, el discurso político en todo el
mundo occidental estuvo totalmente “helenizado”: todo el mundo era Grecia o
estaba a punto de convertirse en ella. Y este mal giro intelectual socavó
enormemente las posibilidades de recuperación económica.Da igual que la
pronosticada crisis fiscal de Estados Unidos no se materialice, o la fuerte
caída en las previsiones sobre los niveles de deuda estadounidenses, o que
muchos de los
estudios que utilizaban los cascarrabias para justificar sus
sermones hayan sido refutados; ¡obsesionémonos con los presupuestos municipales
y las obligaciones de las pensiones públicas! ¿Constituyen las desdichas de
Detroit los primeros estadios de una crisis nacional de las pensiones públicas?
Entonces, ¿ha sido Detroit particularmente irresponsable? Una vez más, no.
Detroit parece haber tenido un sistema de gobierno especialmente malo, pero,
fundamentalmente, la ciudad solo ha sido una víctima inocente de las fuerzas
del mercado.¿Qué? ¿Las fuerzas del mercado se cobran víctimas? Por supuesto que
sí. Es verdad que en el caso de Detroit, la disfunción política y social parece
haber empeorado las cosas. Una consecuencia de esta disfunción ha sido un caso
grave de “dispersión laboral” en la zona metropolitana; los empleos abandonaron
el núcleo urbano aun cuando el empleo en el área metropolitana de Detroit
seguía creciendo, y aun cuando otras ciudades estaban viviendo una especie de
renacer de los centros urbanos.
Detroit necesita empleos |
Poner Detroit volver al trabajo |
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