Y LAS MANIFESTACIONES DE LA CALLE
LEONARDO
BOFF
Viernes 12 de julio 2013
(*)LEONARDO BOFF (BRASIL) Teólogo, filósofo y
escritor Uno de los fundadores de la Teología de la Liberación. n 1985, la
Congregación para la Doctrina de la Fe, dirigida por el Ratzinger (ex Papa) le
silenció por un año por su libro “La Iglesia, Carisma y Poder” . Profesor de,
ética y filosofía en Brasil. Conferencista en muchas universidades, como
Heidelberg, Harvard, Salamanca, Barcelona, Lund, Lovaina, París, Oslo, Turín. Escribió
más de 100 libros, traducidos a muchas lenguas. En 1997, el Parlamento Sueco le
otorgó el premio Right Livelihood
Poco a
poco va quedando claro que las manifestaciones masivas de la calle que han
ocurrido en los últimos tiempos en Brasil y en todo el mundo, expresan más que
reivindicaciones puntuales, como una mejor calidad del transporte urbano, mejor
sanidad, educación, empleo, seguridad y el rechazo a la corrupción y a la
democracia de las alianzas apoyadas por negocios trapaceros. Fermenta algo más profundo, diría casi
inconsciente, pero no menos real: el sentimiento de una ruptura generalizada,
de frustración, de decepción, de erosión del sentido de la vida, de angustia y
miedo ante una tragedia
ecológico-social que se anuncia por todas partes y que
puede poner en peligro el futuro de la humanidad. Podemos ser una de las
últimas generaciones que habiten este planeta. Primero, es un malestar
frente al mundo globalizado. Lo que vemos nos avergüenza porque significa una
racionalización de lo irracional: el imperio norteamericano decadente para
mantenerse necesita vigilar a gran parte de la humanidad, usar la violencia directa
contra quien se opone, mentir
descaradamente como en la motivación de la guerra contra Iraq, irrespetar
cualquier derecho y las normas internacionales, como el "secuestro"
del presidente Evo Morales de Bolivia, que han hecho los europeos, pero forzados
por las fuerzas de seguridad estadounidenses. Niegan los valores humanitarios y
democráticos de su historia que inspiraron a otros países. Segundo, la
situación de
nuestro Brasil. A pesar de las políticas sociales del gobierno del PT que aliviaron la vida de millones de pobres, hay un océano de sufrimiento, producido por la favelización de las ciudades, por los bajos salarios y por la ganancia de la máquina productivista de estructura capitalista, que debido a la crisis sistémica y a la competencia cada vez más feroz, sobreexplota la fuerza de trabajo. Sólo para dar un ejemplo: la investigación realizada en la Universidad de Brasilia entre 1996-2005 encontró que cada 20 días se suicidaba un empleado de la banca debido a las presiones por metas, exceso de tareas y pavor al desempleo. Y no hablemos de la farsa que es nuestra democracia. Me valgo de las palabras del sociólogo Pedro Demo, profesor de la UNB, en su Introducción a la Sociología (2002): «Nuestra democracia es la representación nacional de una hipocresía refinada, llena de leyes bonitas, pero hechas siempre en última instancia por las élites dominantes para que les sirva a ellas de principio a fin. El político se caracteriza por ganar bien, trabajar poco, hacer negocios turbios, emplear a familiares y parientes, enriquecerse a costa del erario público y entrar en el mercado desde arriba ... Si ligásemos democracia con justicia social, nuestra democracia sería su propia negación»
( La reflexión
completa de Leonardo Boff )
¿Podria ser el comienzo de esa nueva era del planeta...? |
nuestro Brasil. A pesar de las políticas sociales del gobierno del PT que aliviaron la vida de millones de pobres, hay un océano de sufrimiento, producido por la favelización de las ciudades, por los bajos salarios y por la ganancia de la máquina productivista de estructura capitalista, que debido a la crisis sistémica y a la competencia cada vez más feroz, sobreexplota la fuerza de trabajo. Sólo para dar un ejemplo: la investigación realizada en la Universidad de Brasilia entre 1996-2005 encontró que cada 20 días se suicidaba un empleado de la banca debido a las presiones por metas, exceso de tareas y pavor al desempleo. Y no hablemos de la farsa que es nuestra democracia. Me valgo de las palabras del sociólogo Pedro Demo, profesor de la UNB, en su Introducción a la Sociología (2002): «Nuestra democracia es la representación nacional de una hipocresía refinada, llena de leyes bonitas, pero hechas siempre en última instancia por las élites dominantes para que les sirva a ellas de principio a fin. El político se caracteriza por ganar bien, trabajar poco, hacer negocios turbios, emplear a familiares y parientes, enriquecerse a costa del erario público y entrar en el mercado desde arriba ... Si ligásemos democracia con justicia social, nuestra democracia sería su propia negación»
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