LUIS BRITTO GARCÍA (*)
Fuente “ECOportal”
8 de agosto 2013
(*) LUIS BRITTO GARCÍA (CARACAS 1940) Historiador, ensayista
y dramaturgo venezolano. dibujante, explorador submarino, autor de más de 60
títulos. En narrativa destacan “Rajatabla” (Premio Casa de las Américas).
Habitual columnista en los principañes medios alternativos del continente.
Desde
el siglo XIX, todas las legislaciones garantizan la inviolabilidad de la
correspondencia. En la actualidad, gobiernos y empresas no sólo se atribuyen el
derecho de conocer el contenido de los mensajes que cursan o interceptan:
también el de utilizar, publicar y registrar los datos obtenidos. Facebook y
otras redes sociales pretenden tener la propiedad intelectual de cuanto circula
por ellas. Es como si los transportistas se declararan dueñas de
toda la
mercancía que mueven. En su carrera por confiscar los medios de producción, el
capitalismo confisca la información. En su antiutopía Nosotros, Evgeny Zamiatin
imagina un mundo de rascacielos con paredes, techos y pisos de cristal, donde
ningún acto pasa desapercibido para los demás. En 1984, de George Orwell,
ubicuas pantallas de televisión inapagables nos espían. El utilitarista liberal
Jeremy Bentham hizo construir el Panoptikon, cárcel aterradora en la cual todas
las celdas pueden ser vigiladas por un solo guardia desde un punto de vista
privilegiado. Somos reclusos de esas pesadillas: ninguno de nuestros actos
puede ser ya ocultado ante observadores que nos escrutan detrás de espejos
impenetrables.
Saber es poder. Los espías conocen todo de nuestras llamadas
telefónicas, correos, ingresos, gastos, hábitos de consumo, ideas, enfermedades,
relaciones, ubicación. Micrófonos ultrasensibles podrían captar el monólogo
interior que vocalizamos incluso cuando no hablamos, vale decir, nuestro
pensamiento. Analizadores del ritmo cardíaco, del lenguaje corporal y de la
expresión podrían acceder incluso a aquello de lo que no somos conscientes.
Este flujo de información es unilateral. Espiar es poder. La guerra contra el
terrorismo nos ha llevado al terror total. Desde el siglo XIX, todas las
legislaciones garantizan la inviolabilidad de la correspondencia. En la
actualidad, gobiernos y empresas no sólo se atribuyen el derecho de conocer el
contenido de los mensajes que cursan o interceptan: también el de utilizar,
publicar y registrar los datos obtenidos. Facebook y otras redes sociales
pretenden tener la propiedad intelectual de cuanto circula por ellas. Es como
si los transportistas se declararan dueñas de toda la mercancía. En su carrera confiscando
medios de producción, el capitalismo confisca la información.
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