LA PEOR OFENSIVA
EN LA HISTORIA MODERNA
Escribe
GLORIA MUÑOZ RAMÍREZ (*)
Fuente “La Jornada” Mx
Suplemento “Ojarasca”
Publica “Rebelión”
13 de agosto 2013
(*) GLORIA MUÑOZ RAMÍREZ- Periodista y escritora mexicana.
Directora de “Desinformémonos”
columnista de “La Jornada” y
editora del suplemento “Ojarasca". Trabajó para el periódico mexicano "Punto", la
Agencia alemana de prensa DPA, el periódico estadounidense “La Opinión”. Autora
del libro “EZLN 20 y 10: El fuego y la palabra - La maravilla cotidiana de la
lucha zapatista" en 1996 dejó la capital federal para establecerse en las
comunidades zapatistas de Chiapas.
Nada es casualidad en la actual embestida contra los
territorios de los pueblos indios en México. Se hicieron con tiempo las leyes
para perpetrar el despojo; y ahora se promueven conflictos intercomunitarios
para dividir a la población; se
organizan consultas amañadas e ilegítimas; el
capital trasnacional impone sus reglas al Estado; las empresas constructoras
llegan invariablemente custodiadas por fuerzas policiacas e incluso por el
ejército, pues solas, lo saben, no podrían introducir la maquinaria con la que
depredarán un bosque, realizarán la perforación de una mina, desviarán el agua
de un río o se robarán el viento. Estamos presenciando la peor ofensiva contra
los pueblos indios en toda la historia, que en realidad es contra la nación
entera, pero como es en sus territorios donde se encuentran los recursos
naturales, tan de ellos, es ahí donde se concreta la barbarie que viene con el
anuncio del “progreso”. El capital, ni hablar, sí tiene un manual. Un recorrido
por algunos estados de la República permite ver lo rudimentario de las
estrategias empresariales y de los gobiernos de cualquier
filiación. Las
implicaciones son macroeconómicas, pero los operadores inician el trabajo de
casa en casa, ofreciendo espejitos por oro.En la misma semana dos historias
ejemplificaron el escenario de la confrontación inducida. En Real de Catorce,
San Luis Potosí, y en Tepoztlán, Morelos, se pretenden imponer dos proyectos.
En el primero las minas y en el segundo una carretera. En
Catorce son los empleados de la mina
los que van casa por casa para convencerlos; en Tepoztlán, los trabajadores de
la constructora Tradeco son los que “contratan” a gente de dentro y de fuera
del poblado para que digan “sí a la autopista”. En la misma semana dos
historias ejemplificaron la confrontación inducida. En Real de Catorce y en
Tepoztlán se pretenden imponer dos proyectos. En el primero las minas y en el
segundo una carretera. En ambos lugares les ofrecieron a los lugareños 150
pesos por su beneplácito y por crear un grupo adversario al que
se opone al proyecto. Las maniobras empresariales y gubernamentales recuerdan al PRI que nunca se fue, pero también a los partidos que llegaron después y perfeccionaron la estrategia. A los pobladores de Real de Catorce les aseguran que “los huicholes les quieren quitar sus tierras” para, literalmente, ponerlos a pelear. Y en una asamblea abierta queda al desnudo la vileza de cinco proyectos mineros que pretenden instalarse en el centro sagrado de Wirikuta, lugar en el que no habitan los wixáritari pero al que peregrinan para recolectar el
jíkuri (peyote) y para dejar sus ofrendas. El foro informativo se pronuncia mayoritariamente por el “no a la minas”, pero una a una llegan las personas señaladas por el resto de recibir dinero de las empresas. La decena de personas se distribuye en el auditorio. No se hablan entre ellos, sólo intercambian miradas al momento en que deciden tomar la palabra e increpar al auditorio: “Si no es en las minas, entonces dónde vamos a trabajar”. Se les promete la creación de empleos, pero, refutan en el foro, de las tres mil 100 personas afectadas por la minería, sólo 166 personas podrán aspirar a que las contraten, lo cual, evidentemente, no resuelve el problema de falta de trabajo. Además, dice otra, “aquí podemos crear alternativas sin permitir que las minas contaminen nuestra agua y nuestro aire”.
(Nota
completa de Gloria Muñoz Ramirez)
se opone al proyecto. Las maniobras empresariales y gubernamentales recuerdan al PRI que nunca se fue, pero también a los partidos que llegaron después y perfeccionaron la estrategia. A los pobladores de Real de Catorce les aseguran que “los huicholes les quieren quitar sus tierras” para, literalmente, ponerlos a pelear. Y en una asamblea abierta queda al desnudo la vileza de cinco proyectos mineros que pretenden instalarse en el centro sagrado de Wirikuta, lugar en el que no habitan los wixáritari pero al que peregrinan para recolectar el
jíkuri (peyote) y para dejar sus ofrendas. El foro informativo se pronuncia mayoritariamente por el “no a la minas”, pero una a una llegan las personas señaladas por el resto de recibir dinero de las empresas. La decena de personas se distribuye en el auditorio. No se hablan entre ellos, sólo intercambian miradas al momento en que deciden tomar la palabra e increpar al auditorio: “Si no es en las minas, entonces dónde vamos a trabajar”. Se les promete la creación de empleos, pero, refutan en el foro, de las tres mil 100 personas afectadas por la minería, sólo 166 personas podrán aspirar a que las contraten, lo cual, evidentemente, no resuelve el problema de falta de trabajo. Además, dice otra, “aquí podemos crear alternativas sin permitir que las minas contaminen nuestra agua y nuestro aire”.
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