ES TAMBIÉN CRISIS ECOLÓGICA
Escribe
FLORENT MARCELLESI (*)
Fuente “Público.es” España
12 de
octubre 2013
(*)FLORENT MARCELLESI (Angers,
Francia, 1979), es un activista ecologista e investigador que reside desde el
año 2004 en España. Cercano a los movimientos alterglobalización y teórico de
la ecología política como “modelo autónomo” ingeniero de Caminos, Canales y
Puertos (Lyón, Francia) y urbanista (Instituto de Ciencias Políticas de París),
es también especialista en cooperación internacional (UPV-EHU, Bilbao) y es autor de numerosos artículos y
publicaciones sobre ecología política, el medio ambiente, cooperación al
desarrollo u otras cuestiones europeas e internacionales.
Hace poco un compañero sindicalista me retaba, con cariño, a
explicar cómo se relacionan crisis económica y crisis ecológica. Recojo el
guante y aprovecho para transmitir un mensaje clave. Una salida duradera a la
crisis económica pasa necesariamente por luchar al mismo tiempo contra la
crisis ecológica. Y será más
factible tener éxito en esta tarea si los
sindicatos interiorizasen más esta realidad e hicieran de la ecología un eje
central de su teoría y práctica. De hecho, crisis económica, social y ecológica
son tres facetas de una misma crisis. Son interdependientes y se retroalimentan
entre ellas. No es sorprendente puesto que nuestro modelo de organización
social y económica depende de los recursos naturales disponibles y, a su vez,
la salud de nuestros ecosistemas (y por tanto de nuestro futuro) dependen de
este modelo socio-económico. Por un lado, la globalización y las economías
llamadas modernas están totalmente basadas en la
energía y materias primas
baratas, abundantes y de buena calidad. Por ejemplo, el transporte o el sistema
agroalimentario dependen de los combustibles fósiles en general y del petróleo
en particular. Por otro lado, los impactos sobre el medio ambiente del sistema
económico son hoy patentes. El cambio climático, de origen humano, es una
amenaza para las generaciones futuras y nuestra economía: en caso de seguir los
escenarios de Business as usual, los costes del cambio climático podrían ser
superiores al 20% del PIB europeo en los años venideros. Para ilustrar este
análisis, tomemos el ejemplo de la crisis del 2008. Es evidente que la falta de
control y regulación de los mercados, la avaricia del 1% o la desconexión entre
finanzas y economía productiva, son elementos
esenciales que explican parte de
la crisis. Pero no lo explican todo. Como hemos apuntado, nuestra máquina
socio-económica tiene un problema de drogadicción con el oro negro. Por
desgracia para ella, desde 1999 los precios del petróleo no han parado de
aumentar principalmente por los efectos acumulados del techo del petróleo (es
decir escasez de oferta), la creciente demanda en constante aumento
(principalmente en los países emergentes como China o la India) y la
especulación (que se aprovecha de la tensión entre demanda y oferta) En la
actual crisis, tras un
aumento continuo desde 1998, el barril de petróleo
superó por primera vez los 100 dólares a finales de 2007 y alcanzó su máximo en
julio del 2008 con 147 dólares. Como se analizaba antes de la crisis incluso
desde la FED (el banco central estadounidense), ese aumento récord de los
precios del crudo fue una de las principales fuentes de inflación. Además de
suponer un alza de los precios de los alimentos con consecuencias dramáticas
para los países del Sur, la inflación supuso una brutal pérdida de poder
adquisitivo para las clases medias y bajas y un aumento de las tasas de interés
(y de las hipotecas). Al mismo tiempo, un mayor precio del petróleo significó
también un mayor precio de la energía y de la gasolina.
(El
informe de Florent Marsellesi )
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