PERO JAMÁS NOS VENCIERON
OLLANTAY ITZAMNÁ
Fuente “Rebelión”
11 de octubre 2013
Era un viernes cuando transcurría el 12 de octubre de 1492.
Los tainos (pueblo indígena de las Antillas) disfrutaban apacibles del
transcurrir cotidiano de sus vidas en la isla de Guanahani (actual Bahamas).
Allí llegaron unos barbudos desconocidos provenientes del mar. Acogimos con
honores a nuestros huéspedes sin conocer sus intenciones. Pronto nos dimos
cuenta que eran bárbaros cristianos embelesados por el metal. Pero ya era
demasiado tarde. Nuestra desgracia había comenzado. Los tainos, al igual que
todos sus vecinos, fueron cazados y llevados como esclavos a La Española
(actual Haití y República Dominicana) y a Cuba. Las tainas, al igual que sus
vecinas, fueron violadas y obligadas a parir bastardos (antes
de ser
aniquiladas) porque los barbudos venían sin mujeres y sin hijos. Aquel pueblo
fue diezmado por completo. Igual suerte corrieron centenares de pueblos aborígenes
en esta nuestra Abya Yala. Abya Yala estaba más allá del horizonte cultural y
mental de la Europa de aquel entonces. Pero, lamentablemente en ese momento
Europa transitaba de una economía feudal hacia una economía mercantil que
buscaba respaldarse en el metal precioso, el oro. Ellos no tenía el oro, y el
tradicional comercio que mantenían con el mundo oriental había sido bloqueado
por el avance de los árabes hacia el norte. Por eso se lanzaron al mar
desconocido en sentido contrario, creyendo que el planeta era redondo, buscando
una ruta alterna para sus negocios con Oriente. Así fue como aparecieron en
Abya Yala creyendo que era India. Y Cristóbal Colón murió con esa firme
creencia. Era tan luminosa la riqueza y la dignidad en nuestros abuelos y
abuelas, que los heraldos europeos descubrieron en sí mismos su miseria y
decadencia moral. Inventaron y ensayaron varios argumentos, incluso teológicos,
para negar nuestra condición humana, y así apoderarse de nuestra riqueza y de
nuestros cuerpos. Pero, ninguno de esos
argumentos era racionalmente
sostenible. Y, ante su limitación mental, y presos de su avaricia, nos hicieron
una guerra sanguinaria jamás vista en la historia de la Madre Tierra. Así nació
la resistencia sin cuarteles más larga y fecunda que la humanidad jamás
conoció. Diezmaron a decenas de millones de nuestros abuelos, pero jamás
pudieron robarnos la dignidad, ni desaparecernos como pueblos. Nos bautizaron a
la fuerza, pero no pudieron matar nuestras espiritualidades, ni a nuestras
divinidades. Se llevaron consigo cientos de miles de Kg. de oro y millones de
plata de nuestras tierras, pero viven en el empobrecimiento material
financiero, igual o peor que antes. Nos educaron en la ilusión de la
superioridad de la “civilización” occidental, pero las civilizaciones
milenarias se revitalizan ante la decadencia de la unigénita civilización.
(
Nota de Ollantay Itzamna en "Rebelión")
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