CAMPO DE BATALLA
Escribe
SILVIA RIBEIRO (*)
Fuente “La Jornada” Mx
(*) SILVIA RIBEIRO – Escritora.
Periodista. Militante ambientalista.Directora para América Latina del Grupo
ETC y trabaja en la oficina de México.. Ha sido periodista y coordinadora de
campañas en temas ambientales. Especialista en cambio climático: Detener el
calentamiento con manipulación del clima es un grave contrasentido. Escribe sobre
biotecnología y agronegocios. Impactos de los transgénicos; concentración
corporativa, propiedad intelectual, el papel de la ciencia y las nuevas
tecnologías y los peligros. Es grave e irresponsable el intento de FAO de
legitimar los transgénicos como solución al hambre y la crisis climática.
La
semana del 16 de octubre, Día Mundial de la Alimentación, fue otra muestra del
campo de batalla en que se ha convertido la comida y su cultivo. Nunca tan
pocas empresas –todas trasnacionales– han tenido un porcentaje tan alto de un
mercado
esencial para la sobrevivencia. Seis empresas multinacionales
(Monsanto, DuPont, Syngenta, Bayer, BASF, Dow) controlan 60 por ciento del
mercado comercial de semillas global, 76 por ciento de los agroquímicos y 100
por ciento de los agro-transgénicos. Al otro extremo, miles de millones de
familias campesinas, indígenas y agricultores de pequeña escala conservan la
gran mayoría de las semillas y alimentan a la mayoría de la población mundial,
pese a agresiones a sus territorios, aguas, derechos, culturas. La guerra
empresarial es contra ellos y su diversidad de semillas, que les molestan para
lograr más dependencia y ganancias. Por eso
insisten con plantar transgénicos
en centros de origen, donde está la mayor diversidad de semillas y campesinos:
maíz en México y arroz en Asia, cultivos básicos para la vida, e importantes
mercancías del comercio internacional.El 16 de octubre, en Brasil, estaba
pendiente la discusión en una comisión parlamentaria la legalización de la,
para hacer semillas suicidas. Es una tecnología transgénica desarrollada por
Delta & Pine, propiedad de Monsanto, con el Departamento de Agricultura de
Estados Unidos, en 1998. Es el sueño de las trasnacionales porque la semilla da
fruto, pero lo cosechado se vuelve estéril, condenando a los agricultores a
volver a comprar. Además, el polen se puede cruzar con plantas vecinas y
volverlas estériles. Atenta contra los derechos de los agricultores y
campesinos, contra el acto básico que sostiene desde hace 10 mil años la
agricultura: tomar semillas de la propia cosecha para sembrar en la próxima
estación. Es tan
inmoral y peligrosa, que el Convenio de Diversidad Biológica (CDB) de Naciones
Unidas estableció una moratoria contra su experimentación y comercialización
desde el año 2000. Pero las empresas que tienen patentes de Terminator
(Monsanto, Syngenta, DuPont) siguen presionando. En 2006 y 2010, la delegación
de México al CDB intentó eliminar la moratoria, como si fuera un cambio
administrativo. No lo consiguió. Debido a la amplia movilización de
organizaciones y movimientos sociales nacionales e internacionales, incluyendo
entregar una petición de cancelación firmada en tres días por más de 19 mil
personas y organizaciones, el presidente de la comisión en cuestión retiró la
propuesta de la agenda y se comprometió a que volverá mientras esté en el
cargo. Pese a esta victoria, las dos propuestas para legalizar Terminator
continúan en los laberintos legislativos, por lo que los movimientos se
mantienen en alerta.
( La nota de
Silvia Ribeiro )
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