jueves, 17 de octubre de 2013

LA INTERRUPCIÓN DEL ESTADO FEDERAL EN EE. UU. NO ES UNA CATÁSTROFE SINO QUE ES UN JUEGO POLÍTICO

HACIA UN MUNDO SIN ESTADOS UNIDOS


Escribe  
THIERRY MEYSSAN(*) 
Fuente: Al-Watan (Siria) 
Publica “Red Voltaire” | Damasco (Siria) 
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14 de octubre 2013

(*) THIERRY MEYSSAN (1957 Gironda, Francia) es un periodista y activista político francés, autor de investigaciones sobre la extrema derecha, así como sobre la Iglesia Católica, entre otras. Escritor y analista internacional. Presidente fundador de la Red Voltaire y de la conferencia Axis for Peace. Sus análisis sobre política exterior se publican en la prensa árabe, latinoamericana y rusa. Última obra publicada en español: “La gran impostura II. Manipulación y desinformación en los medios de comunicación” (Monte Ávila Editores, 2008).Traducida a varios idiomas.

Thierry Meyssan ha explicado repetidamente desde estas columnas las contradicciones internas de Estados Unidos subrayando el mecanismo que debe llevar a la dislocación de ese país. Y en este artículo se interroga sobre las
consecuencias de dos acontecimientos que pueden poner en marcha el proceso de descomposición. El Imperio estadounidense es el residuo hipertrofiado de uno de los dos contendientes de la guerra fría. La Unión Soviética desapareció. Pero Estados Unidos sobrevivió al enfrentamiento y se aprovechó de la ausencia de su competidor para monopolizar el poder mundial. En 1991, Washington debería –lógicamente– haber dedicado sus recursos a hacer negocios y a avanzar por el camino de la prosperidad. Sin embargo, después de algunas vacilaciones, en 1995 el Congreso –dominado por los republicanos– impuso al presidente Clinton su proyecto de imperialismo global votando por el rearme, a pesar de que ya no había adversario contra quien luchar
. Dieciocho años más tarde, y después de haber dedicado sus recursos a una carrera armamentista en la que ya no tenía contendiente, Estados Unidos se halla hoy extenuado frente a los BRICS, que ahora se perfilan como nuevos competidores. La 68ª Asamblea General de la ONU se convirtió el mes pasado en escenario de una rebelión generalizada contra el unipolarismo estadounidense. Según Mijaíl Gorbatchov, la caída de la Unión Soviética ya se había hecho inevitable desde 1986, cuando el Estado soviético se vio sin recursos ante el accidente nuclear de Chernobil e incapaz de proteger a su población ante aquella catástrofe. Si hubiese que establecer un paralelo, la
realidad es que el Estado federal estadounidense no se ha visto aún en una situación comparable, a pesar de que las situaciones de desastre provocadas por los huracanes Katrina, en 2005, y Sandy, en 2012, y las graves carencias de diversas colectividades locales ya demostraron la incapacidad de los Estados federados. Antes de su derrumbe, la Unión Soviética trató de salvarse recurriendo al ahorro. De la noche a la mañana Moscú puso fin al respaldo económico que aportaba a sus aliados. Comenzó por sus aliados del Tercer Mundo y pasó después a los miembros del Pacto de Varsovia. Resultado: al verse obligados a tratar de sobrevivir solos, sus aliados se pasaron al otro bando… el de Washington. Aquella deserción, cuyo símbolo fue la caída del muro de Berlín, aceleró más aún la descomposición de la Unión Soviética.
( Nota de Thierry Meyssan en “Red Voltaire” )

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