Escribe
THIERRY MEYSSAN(*)
Fuente: Al-Watan (Siria)
Publica “Red Voltaire” | Damasco
(Siria)
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14 de octubre 2013
14 de octubre 2013
(*) THIERRY MEYSSAN (1957 Gironda, Francia) es
un periodista y activista político francés, autor de investigaciones sobre la
extrema derecha, así como sobre la Iglesia Católica, entre otras. Escritor y analista
internacional. Presidente fundador de la Red Voltaire y de la conferencia Axis
for Peace. Sus análisis sobre política exterior se publican en la prensa árabe,
latinoamericana y rusa. Última obra publicada en español: “La gran impostura
II. Manipulación y desinformación en los medios de comunicación” (Monte Ávila Editores,
2008).Traducida a varios idiomas.
Thierry
Meyssan ha explicado repetidamente desde estas columnas las contradicciones
internas de Estados Unidos subrayando el mecanismo que debe llevar a la
dislocación de ese país. Y en este artículo se interroga sobre las
consecuencias de dos acontecimientos que pueden poner en marcha el proceso de
descomposición. El Imperio estadounidense es el residuo hipertrofiado de uno de
los dos contendientes de la guerra fría. La Unión Soviética desapareció. Pero
Estados Unidos sobrevivió al enfrentamiento y se aprovechó de la ausencia de su
competidor para monopolizar el poder mundial. En 1991, Washington debería
–lógicamente– haber dedicado sus recursos a hacer negocios y a avanzar por el
camino de la prosperidad. Sin embargo, después de algunas vacilaciones, en 1995
el Congreso –dominado por los republicanos– impuso al presidente Clinton su
proyecto de imperialismo global votando por el rearme, a pesar de que ya no
había adversario contra quien luchar
. Dieciocho años más tarde, y después de
haber dedicado sus recursos a una carrera armamentista en la que ya no tenía
contendiente, Estados Unidos se halla hoy extenuado frente a los BRICS, que
ahora se perfilan como nuevos competidores. La 68ª Asamblea General de la ONU
se convirtió el mes pasado en escenario de una rebelión generalizada contra el
unipolarismo estadounidense. Según Mijaíl Gorbatchov, la caída de la Unión
Soviética ya se había hecho inevitable desde 1986, cuando el Estado soviético
se vio sin recursos ante el accidente nuclear de Chernobil e incapaz de
proteger a su población ante aquella catástrofe. Si hubiese que establecer un
paralelo, la
realidad es que el Estado federal estadounidense no se ha visto
aún en una situación comparable, a pesar de que las situaciones de desastre
provocadas por los huracanes Katrina, en 2005, y Sandy, en 2012, y las graves
carencias de diversas colectividades locales ya demostraron la incapacidad de
los Estados federados. Antes de su derrumbe, la Unión Soviética trató de
salvarse recurriendo al ahorro. De la noche a la mañana Moscú puso fin al
respaldo económico que aportaba a sus aliados. Comenzó por sus aliados del
Tercer Mundo y pasó después a los miembros del Pacto de Varsovia. Resultado: al
verse obligados a tratar de sobrevivir solos, sus aliados se pasaron al otro
bando… el de Washington. Aquella deserción, cuyo símbolo fue la caída del muro
de Berlín, aceleró más aún la descomposición de la Unión Soviética.
( Nota de Thierry Meyssan
en “Red Voltaire” )
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