lunes, 7 de octubre de 2013

LOS MUERTOS SON SOLO INVISIBLES, PERO NUNCA AUSENTES

VOLVER A LAS RAÍCES 
PARA REJUVENECER

Escribe  
LEONARDO BOFF (*) 
Viernes 4 de octubre 2013

(*)LEONARDO BOFF (BRASIL) Teólogo, filósofo y escritor Uno de los fundadores de la Teología de la Liberación. n 1985, la Congregación para la Doctrina de la Fe, dirigida por el Ratzinger (ex Papa) le silenció por un año por su libro “La Iglesia, Carisma y Poder” . Profesor de, ética y filosofía en Brasil. Conferencista en muchas universidades, como Heidelberg, Harvard, Salamanca, Barcelona, Lund, Lovaina, París, Oslo, Turín. Escribió más de 100 libros, traducidos a muchas lenguas. En 1997, el Parlamento Sueco le otorgó el premio Right Livelihood

Por más que caminemos por nuestro planeta o por fuera de él como los astronautas, llevamos siempre con nosotros la fuerza de las raíces. De tiempo en tiempo se reavivan y suscitan en nosotros un deseo incontenible de volver a ellas. No están
el monte Grappa
fuera de nosotros. Son nuestra base inconsciente de sustentación y alimentación vital. Por eso las llevamos siempre con nosotros. Y rejuvenecemos cada vez que volvemos a ellas. El 9 y 10 de septiembre de este año, viví una inusual experiencia al visitar la casa de mi abuelo en el norte de Italia. Sentimientos profundos, venidos de la noche del inconsciente personal y colectivo, irrumpieron en mí. Me sentí religado a aquel origen: a la vieja casa, los cuartos ennegrecidos, las puertas que chirrían al abrirse, las camas duras y anchas (varios
dormían juntos), el fogón de leña, los armarios llenos de cuencos y cacharros antiguos, la mesa grande con largos bancos a los lados para que quepan todos. Era el paisaje interior. Desde el balcón se divisa el paisaje exterior. Da al largo valle con casitas distribuidas en medio de los campos verdes y a lo lejos el famoso monte Grappa, de casi dos mil metros de altura, ante el cual se entablaron sangrientas batallas en la Primera Guerra mundial entre el ejército italiano y el austrohúngaro. La población del valle era pobre, la agricultura de subsistencia mal alimentaba la familia, pues los suelos montañeses no eran demasiado fértiles. Muchos pasaron hambre. Algunos conocieron la pelagra (hambre extrema, pues sólo comían polenta y agua, hasta consumirse).
(La reflexión de Leonardo Boff)

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