QUE SERES FRAGMENTADOS
Escribe
OLGA RODRÍGUEZ (*)
Fuente en 'Zona Crítica' de “eldiario.es”
publica http://coop57.blogspot.com/ 3
0 de octubre 2013
(*) OLGA RODRÍGUEZ FRANCISCO (León, 1975) es una periodista
internacional y especializada en Oriente Medio. También
escritora. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de
Madrid. (Debate 2012) Luego de cubrir la
invasion de Estados Unidos en Bagdad publico “El hombre mojado
no teme la lluvia” (Debate, 2009) Y
después de las revoluciones árabes en el año 2011, tuvo lugar la publicación del libro “Yo muero
hoy”. Ha trabajado en Afganistán y otros escenarios bélicos. A la vez se ocupa
en tematicas sociales como en el caso de la nota publicada hoy.
ACEPTAR LA DESIGUALDAD
COMO NATURAL ES
CREER QUE PODEMOS SER
DE FORMA AISLADA, INDIVIDUAL,
SIN SENTIRNOS APELADOS
POR LO COLECTIVO.
Keynes
no acertó cuando afirmó que en 2030 "el amor al dinero como posesión"
sería reconocido como "enfermedad vergonzosa". El dinero es un
elemento casi omnipresente en nuestra vida diaria. Resulta complicado esquivar
la
mercantilización de la cotidianidad, incluso de las propias relaciones
humanas. Es prácticamente imposible no intervenir en ninguna transacción
comercial desde que salimos de casa por la mañana para ir al trabajo –o para
buscarlo– hasta que regresamos. Casi todo ha sido reducido a mera mercancía,
incluso nosotros mismos, con nuestro propio precio, convertidos en nuestras
propias empresas, obligados a presentarnos en función de las capacidades y
experiencias laborales acumuladas, desprovistos de un carácter meramente
humano, fragmentados. Existimos en la medida en que pertenecemos al enorme
mercado de la compra y venta. "En toda conversación se va infiltrando el
tema que plantea las condiciones de vida: el del dinero", escribió Walter
Benjamin. El dinero es la divinidad más legalizada y protegida del sistema
capitalista. Una cantidad de dinero siempre puede cambiarse por poder. La
relación entre las autoridades, los empresarios, el poder financiero y la
prensa tiene, como decía Benjamin, su sistema de distribución legalizado. "Solo
se puede hablar de corrupción cuando este proceso –el intercambio de dinero por
poder– se gestiona de manera demasiado abreviada", sentenció el filósofo
alemán. Cada vez hay menos servicios concebidos por y para los ciudadanos, por que
prevalece la idea de que el beneficio, la rentabilidad, está muy por encima de
la necesidad. Casi todo ha sido privatizado y lo que no, está siendo recortado.
En 2012, 43.853 familias se quedaron sin casa por no poder pagar. Más de
400.000 familias han sido desahuciadas desde el inicio de la crisis, y se
calcula que otras 360.000 perderán su hogar de aquí a 2015. Esto ocurre en un
país con 800.000 pisos nuevos sin vender y más de tres millones de viviendas
desocupadas. Pero en este modelo deshumanizado y desalmado, no hay techo para
nadie si no hay dinero de por medio. Tal es la ineficacia del funcionamiento
del sistema.
(
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