jueves, 14 de noviembre de 2013

MULTINACIONALES QUE LLEGAN AL MUNDO CON SU BOCADILLO MORTAL

MANIFIESTO: 
SIGUE COMIENDO MIELDA
SISTEMA ALIMENTARIO MUNDIAL

Fuente 
Colectivo de
“REVISTA  “CRISIS”Bs. As.
 publica “BIODIVERSIDAD” 
11 de noviembre 2013

En Argentina, la cadena alimenticia tiene un altísimo grado de concentración que, entre otras infinitas razones, explican el índice de inflación real. somos un país de gordos con hambre que genera alimentos para 400 millones de personas. Desayunar mate con pan, comer un pancho o una hamburguesa al mediodía, una coca con galletitas por ahí para cortar la tarde y cenar una pizza con amigos. La dieta del trabajador precarizado con el que, de a ratos, todos nos igualamos, es un presente inapelable. La vida sana, en cambio, es un eslogan verde que casi nunca roza a las mayorías. Son pequeñas epopeyas personales, o, en todo caso, una eterna tendencia que nunca termina de consolidarse en el consumo masivo. De todas formas, y a pesar
de los matices y las mañas de los esteticistas cool, la comida basura es un fenómeno transclasista. Pensemos si no en lo que se devora con fruición en el cumpleaños de cualquier niño argentino. Pepsi con snacks de grasa a precio europeo, Coca con su turbio veneno de azúcar y sal. Ellas son las que dictan el ritmo. La industria mundial de la alimentación está en manos de un grupo de multinacionales que llegan a todos lados con su bocadillo mortal. Las marcas son gigantes omnipresentes que nos invitan a caer mansos en la tentación. Y zafar es mucho más difícil que ceder. Más que nada cuando las cadenas minan la ciudad, se renuevan, nos ofrecen experiencias de consumo donde el alimento berreta y caro viene empaquetado con filosofías orientales, ecologistas, del buen vivir. Incluso
nacionalistas. El consumidor introyectó los valores de la alimentación “sana”, el cero calorías que los productos SER supieron vendernos tan bien. Pero la cantidad de niños obesos aumenta de manera exponencial. En Argentina, la cadena alimenticia tiene un altísimo grado de concentración que, entre otras infinitas razones, explican el índice de inflación real. Somos un país de gordos con hambre que genera alimentos para 400 millones de personas. Lo que en el campo se vive como la imposibilidad de desarrollar una vocación productiva más integral ante el avance del monocultivo, en la ciudad se asimila en forma cotidiana como transgénico y chatarra. Los tomates caros y sin gusto, la carne de feedlot, el pollo rebozado en antibióticos que cabe en la palma de una mano, las cadenas de comidas rápidas. La tragedia que nos tragamos cada día.

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