lunes, 23 de diciembre de 2013

JROTC Y LA MILITARIZACIÓN DE ESTADOS UNIDOS

LOS NIÑOS SOLDADOS DE EE.UU.

Escribe ANN JONES (*)
 Fuente “Tom Dispatch” 
Publica “Rebelión” 
Tradujo Germán Leyens
 19 de diciembre 2013

(*) ANN JONES- Escritora periodista, fotógrafa. Autora de ocho libros. Redactora de “TomDispatch” Reportera en frentes de guerra. "They Were Soldiers: Cómo el Retorno Heridos de Guerra” fue elegido por Dispatch Books en cooperación con Haymarket Books como el mejor de 2013. Ann Jones ha informado sobre Afganistán desde 2002. Es también autora de dos libros sobre el impacto de la guerra en civiles: Kabul in Winter y War Is Not Over When It’s Over. 

En el otoño de 2008, el Congreso de EE UU aprobó la Ley de Prevención de Niños Soldados (CSPA, por su nombre en inglés). La ley tenía el propósito de proteger a niños  para que no fueran obligados a librar las guerras de los Grandes. Desde entonces, se suponía que cualquier país que presionara a niños para que se convirtieran en soldados perdería toda ayuda militar de la potencia. Resultó, sin embargo, que el Congreso  se equivocó rotundamente. En su
Futuros soldados del JROTC
gran sabiduría, la Casa Blanca consideró que países como Chad y Yemen son tan vitales para el interés nacional de EE.UU. que prefirió pasar por alto lo que sucedía a los niños en su entorno. Como lo exige la CSPA, este año el Departamento de Estado volvió a enumerar 10 países que usan niños soldados: Birmania (Myanmar), La República Central Africana, Chad, la República Democrática del Congo, Ruanda, Somalia, Sudán del Sur, Sudán, Siria, y Yemen. Siete de ellos debían recibir millones de dólares en ayuda militar estadounidense así como lo que es llamado “Financiamiento Militar Extranjero de EE.UU.” Se trata de un ardid orientado a apoyar a los fabricantes de armas estadounidenses entregando millones de dólares públicos a “aliados” tan sospechosos, que entonces deben dar un giro y comprar “servicios” del Pentágono o “material” de los habituales mercaderes de la muerte. Ya los
 conocéis: Lockheed Martin, McDonnell Douglas, Northrop Grumman, etc. Era una oportunidad para que Washington enseñara a un conjunto de países a proteger a sus niños, no conducirlos a la matanza. Pero en octubre, como lo ha hecho cada año desde que CSPA fue promulgada, la Casa Blanca volvió a conceder “dispensas” totales o parciales a cinco países en la lista de “no ayuda” del Departamento de Estado: Chad, Sudán del Sur, Yemen, la República Democrática del Congo, y Somalia. Mala suerte para los jóvenes ­–y el futuro– de esos países. Pero hay que mirarlo como sigue: ¿Por qué debiera Washington ayudar a los niños de Sudán o Yemen a escapar de la guerra si no escatima gastos dentro del país para presionar a nuestros propios niños estadounidenses impresionables, idealistas, ambiciosos para que entren al “servicio” militar? No debiera ser ningún secreto que EE.UU. tiene el mayor sistema, más eficientemente organizado, del mundo para reclutar niños
soldados. Con una modestia poco característica, sin embargo, el Pentágono no utiliza esa descripción. Su término es “programa de desarrollo de la juventud”. Impulsado por múltiples firmas altamente remuneradas de relaciones públicas y publicidad de alta potencia, contratadas por el Departamento de Defensa, el programa es algo esplendoroso. Su principal cara pública es el Cuerpo de entrenamiento de reserva de oficiales menores (o JROTC por sus siglas en inglés). Lo que hace que este programa de reclutamiento de niños soldados sea tan impresionante es que el Pentágono lo realiza a plena vista en cientos y cientos de institutos de enseñanza media privados, militares, y públicos en todo EE.UU. Trata de convertir a sus jóvenes “cadetes” en lo que John Stuart Mill una vez llamó “esclavos voluntarios”, tan engañados por el guión del amo que aceptan sus partes con un gusto que pasa por ser elección personal. Con ese fin, el JROTC influencia sus mentes aún no enteramente desarrolladas  

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