lunes, 20 de enero de 2014

DOS MUJERES VÍCTIMAS DEL SISTEMA CAPITALISTA. UNA ES UNA NIÑA INOCENTE. LA OTRA ES UNA RUBIA ADORABLE,

MARILYN MONROE 
Y LA NIÑA VIETNAMITA 
QUE EL NAPALM QUEMÓ

Escribe PABLO FEINMANN (*)
 Fuente Pagina 12 – 19 de enero 2014



(*) JOSÉ PABLO FEINMANN (Buenos Aires, 1943) Es un filósofo, docente, escritor, ensayista, guionista y conductor de radio y televisión argentino. Es licenciado en Filosofía y fue profesor universitario en la Universidad de Buenos Aires. Su programa recibió 5 estrellas de 5. En él despliega las propuestas de los grandes pensadores de todos los tiempos. Con Horacio González es autor del libro “Historia y pasión”, que reúne un fructífero diálogo entre ambos
 
Acaso el icono más penetrante y permanente de la cinematografía de Hollywood sea el de Marilyn Monroe parada sobre la alcantarilla del subte y recibiendo el aire cálido que sale de ella. La pollera de Marilyn (formidablemente diseñada) vuela con una
gracia irresistible, lleva a cabo un ballet propio, va de aquí para allá. Pero todo esto sería ínfimo si no fuera porque debajo de esa pollera están las piernas de Marilyn que se muestran y se ocultan según la danza de la pollera. Como si fuera poco, la generosa pollera permite una visión de la bombacha de Marilyn, que desata con brío la imaginación de los que miran la fotografía. Se trata de una foto osada, atrevida para los años cincuenta. Pertenece a una escena del film La comezón del séptimo año, uno de los primeros grandes protagónicos de Marilyn, en el que, por si fuera poco, la dirigió Billy Wilder. Antes había hecho un par de películas. Sobre todo: Almas de-sesperadas (“Don`t Bother to Knock”), con Richard Widmark, en la que intentaba un papel dramático, el de una chica alterada. Mal. Y Cómo pescar un millonario, bien. Y Niágara, que milagrosamente salió un buen film. Marilyn estaba muy sexy. Joseph Cotten muy loco. Y a la gran Jean Peters la habían
desglamorizado para que luciera Marilyn, porque la Peters la doblaba en talento y en sex-appeal. Recordar El Rata y sus escenas de besos ardientes y violentos con Widmark bajo la dirección de Samuel Fuller. Sin duda, Marilyn creó un personaje y no salió de él. La Betty Boop rubia de los cincuenta. Donde más efectiva estuvo, donde mejor lo hizo fue en Los caballeros las prefieren rubias. Era graciosa y dejaba muy atrás a las otras dos rubias que pretendían disputarle el trono: Jayne Mansfield y Mammie Van Doren, que más que para la pa –con perdón– ja no daban. Pero si el guionista de la ópera rock Evita define a su personaje central como “la más grande trepadora después de la Cenicienta”, no cabe duda de que esta definición le cabe con justicia a Marilyn. Le pide a Sinatra que la haga entrar al círculo íntimo de los Kennedy. Sinatra no podía entregarle semejante regalo. Otros sí: un collar de 35 mil dólares por ejemplo. Los Kennedy no querían a Sinatra por sus relaciones con el capomafia Sam Giancana. Pero Sinatra tenía dentro de su clan (el Rat Pack) a Peter Lawford, que estaba casado con una de la familia. Lawford seducía al Rat Pack por su acento británico. “Mirá, idiota”, le decía Sinatra, “que en cualquier momento puedo conseguir a otro idiota con acento británico”. Pero Lawford sabía que su fuerte, más que en el acento británico, estaba en ser parte de la familia Kennedy.     

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