DE LA PEOR ESPECIE:
LA DE LOS
MERCADERES
Escribe LEONARDO BOFF (*)
Fuente “servicioskoinonia.org/”
7
de enero 2014
(*)LEONARDO
BOFF (BRASIL) Teólogo, filósofo y escritor Uno de los fundadores de la Teología
de la Liberación. n 1985, la Congregación para la Doctrina de la Fe, dirigida
por el Ratzinger (ex Papa) le silenció por un año por su libro “La Iglesia,
Carisma y Poder” . Profesor de, ética y filosofía en Brasil. Conferencista en
muchas universidades, como Heidelberg, Harvard, Salamanca, Barcelona, Lund,
Lovaina, París, Oslo, Turín. Escribió más de 100 libros, traducidos a muchas
lenguas. En 1997, el Parlamento Sueco le otorgó el premio Right Livelihood
Hay
problemas globales como los de la paz, la alimentación, el agua, los cambios climáticos,
las migraciones de los pueblos y otros que, por ser globales, exigen soluciones
globales. Pero el egoísmo y el individualismo de las grandes potencias está
impidiendo esta gobernanza. Pero ninguna potencia quiere renunciar ni a una
pizca de su poderío, aunque se agraven los problemas, especialmente los ligados
a
los límites físicos de la Tierra, con capacidad de afectar negativamente a
todos a través de eventos extremos. Existe una ceguera lamentable en la mayoría
de los economistas. En lo que he podido constatar no oí a nadie incluir en sus
análisis los límites de sostenibilidad del sistema-vida y del sistema-Tierra
que ponen en jaque la reproducción del capital. Prolongan el tedioso discurso
económico del viejo paradigma como si la Tierra fuese un baúl de recursos
ilimitados y la economía se midiese por el PIB y fuese un subcapítulo de la
matemática y de la estadística. Falta pensamiento. No se dan cuenta de que si
no abandonamos la obsesión del crecimiento material ilimitado y en su lugar no
buscamos la equidad-igualdad social, solo empeoraremos la situación ya mala. Las
corporaciones buscan saciar su apetito de acumulación en áreas relativamente
poco atendidas por los países pobres: infraestructura sanitaria, seguro de
salud, escuelas profesionales, recursos naturales, equipamientos públicos,
cultura, derechos de autor y patentes. Los contratos se aprovechan de la
fragilidad de los Estados e imponen condiciones leoninas. Estas corporaciones
consideran la Tierra como de nadie, a semejanza del viejo colonialismo, y
consiguen que los tribunales les concedan el derecho de adquirir tierras,
manantiales de aguas, lagos y otros bienes y servicios de la naturaleza.
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