domingo, 23 de febrero de 2014

CUANDO EL IMPULSO INICIAL FUE REEMPLAZADO POR EL PRAGMATISMO SE AFECTARON MUCHAS POSTURAS.

  IZQUIERDA Y PROGRESISMO   
ANTE LA INTEGRACIÓN 
Y LA GLOBALIZACIÓN

Escribe  
EDUARDO GUDYNAS (*) 
Fuente “Alainet”  21 de febrero 2014 

(*)EDUARDO GUDYNAS (Uruguay, 1960). Ecólogo Social. Periodista y escritor Formado en Facultad San Buenaventura de Roma, con una tesis sobre el movimiento ambientalistas en América Latina.  Secretario Ejecutivo del Centro Latino Americano de Ecología Social (CLAES) profesor visitante en cursos de varias universidades. Entre ellas la Universidad San Andrés, La Paz (Bolivia), Universidad Nacional F. Villarreal, Lima (Perú), Universidades de Buenos Aires (Argentina), Santiago (Chile), la Universidad de Campinas (Brasil), Quito (Ecuador). Georgia, Athens el College of the Atlantic y el College of the Atlantic (EE.UU.), Wirtschafts universität Wien (Austria)etc.    



En los últimos tiempos el progresismo parece estar tomando un sendero distinto al de la izquierda que le dio su origen. Esta divergencia que asoma también se expresa en cómo se aborda la globalización y la integración latinoamericana. La situación
actual es heterogénea, por momentos contradictoria. Se debe celebrar, por ejemplo, contar con ámbitos de discusión política como UNASUR o CELAC, rompiendo con las tutelas de Estados Unidos. Pero persisten estrategias conservadoras de liberalización comercial, como los de la Alianza del Pacífico. Unas cuantas razones de esa heterogeneidad se encuentra en la divergencia entre izquierda y progresismo, y para explicar esas circunstancias es apropiado un breve repaso histórico. La izquierda latinoamericana que maduró en la década de 1990 tenía unas cuantas ideas bastante claras sobre la integración. Su proyecto político iba mucho más allá de la liberalización comercial, defendiendo
coordinaciones en manejar inversiones y endeudamiento, protección de los migrantes, y apoyos a obreros y campesinos, especialmente por medio de políticas productivas regionales. Buscaba romper la dependencia ante la globalización y cuestionaba institucionalidades como las de la Organización Mundial del Comercio (OMC). La lucha contra el ingreso de México al TLCAN, o ante los tratados de libre comercio de Chile, Perú, Colombia y varias naciones centroamericanas con EE.UU., obligó a explorar otras opciones económicas y políticas de la integración. Todavía más se aprendió en las coordinaciones de amplios sectores de izquierda en las negociaciones del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), lideradas por
EE.UU., con el apoyo de Canadá. Muchos de esos aprendizajes explican muchas de las medidas que se tomaron cuando la izquierda conquistó varios gobiernos. Se cambió la postura en el seno de los bloques regionales, se detuvo el ALCA, y se lanzaron innovaciones, algunas específicas (como la idea boliviana de tratados de comercio entre los pueblos, el Banco del Sur, o un mecanismo propio de pagos recíprocos, el SUCRE), o incluso más ambiciosos (como el ALBA, y sus estructuras asociadas). Pero a medida que el impulso inicial de izquierda fue reemplazado por el pragmatismo del progresismo, se afectaron muchas posturas. Ese cambio se puede ilustrar con algunos ejemplos.



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