sábado, 1 de febrero de 2014

HIJOS Y NIETOS DE TIEMPOS EMBUSTEROS, DE VIDRIERAS DE OROPELES, VACÍAS DETRÁS.

TRANSFORMAR 
O SUBSIDIAR EL DESENCANTO

Escribe SILVANA MELO (*) 
Fuente “ARGENPRESS Info”· 
miércoles, 29 de enero de 2014

 (*) SILVANA MELO nació en Olavarría el 30 de agosto de 1961. Es periodista gráfica y radial, escritora y militante social. Tiene a su cargo la Agencia de Noticias “Pelota de Trapo” (APE). agenciapelota@pelotadetrapo.org.ar  . que tiene su campo de acción en areas carenciadas y marginadas recibiendo el Primer Premio Infancia en la categoría Medio de Comunicación, instituido por la Comunidad de Madrid, España.

Pocas verdades tan incontrastables: la vulnerabilidad de centenares de miles de chicos y chicas, su horizonte demasiado a mano de su nariz, su planeta del desencanto, su fatalidad ante un mundo que creen intransformable, son hijos y
nietos de las últimas décadas de infamia. Hijos y nietos de la Argentina estragada por el colapso del trabajo como herramienta organizadora y proveedora de dignidad, por el clientelismo elaborado en red, disciplinador y aplanadora de las pequeñas insurrecciones diarias que son las que, finalmente, encienden los sueños colectivos.  “Más de la mitad de los jóvenes tiene problemas serios de inserción social”, dicen los títulos que dicen los informes. El problema es cómo conciliar la inserción en una sociedad que ha sido formulada, durante todas las décadas de la infamia, para eyectarlos, para fronterizarlos con gendarmería y prefectura si es necesario. Son cerca de dos millones y medio entre los que dejaron la escuela (o bien la escuela los abandonó a mitad del camino, justo en medio del río, cuando la soledad es inmensa y la nada aterriza con las peores valijas), los que no encuentran trabajo y los que ni siquiera salen a buscarlo. Porque el trabajo implic
a una organización interna que la mayoría desconoce. Porque hay que llegar todos los días a una hora determinada y quedarse ocho o diez más. Y demasiadas veces no se logra. Porque la paga es ínfima (generalmente los trabajos son en negro o de una informalidad devastadora) y siempre es menor de lo que ofrecen los transas. El desempleo entre ellos triplica la tasa nacional y la precariedad de las ocupaciones eventuales los arroja al mundo sin defensa sindical, sin cobertura de salud, a merced de la marea de explotación, de dientes que se caen (o se quitan) porque un tratamiento de conducto es una pretensión de clase y de porvenir que se marchita, quemado bajo las olas de enero en las calles como hornos de las barriadas. 

No hay comentarios: