domingo, 9 de febrero de 2014

“NO VER EL MAL Y NO PAGAR EL DAÑO” DATA DE HIROSHIMA HASTA FUKUSHIMA Y HASTA EL PRÓXIMO DESASTRE…

50 RAZONES PARA TEMERNOS 
LO PEOR DE FUKUSHIMA – Parte UNO

Escribe HARVEY WASSERMAN(*) 
Fuente “Rebelión” http://www.rebelion.org/  
 Tradujo Sinfo Fernández 8 de febrero 2014

 (*) HARVEY WASSERMAN(EE.UU Ohio 1945) Periodista, autor, activista de la democracia y energías renovables . Estratega y organizador en el movimiento anti-nuclear en EE UU por 30 años. Integra el programa Nightline , National Public Radio , CNN Lou Dobbs Tonight y otros. Asesor principal de Greenpeace EE.UU. y de la Información Nuclear y Recursos de Servicios. Editor en jefe de The Columbus Free Press

En Fukushima han desaparecido los núcleos derretidos pero las emisiones radioactivas siguen secretamente supurando. La dura censura dictatorial de Japón ha ido acompañada de un apagón –exitoso- en los medios corporativos globales a fin de que Fukushima permanezca lejos de la mirada pública. Pero todo eso no mantiene la radiación real alejada de nuestro ecosistema, nuestros mercados… o nuestros cuerpos. Las especulaciones acerca del impacto
final van desde lo totalmente inofensivo a lo intensamente apocalíptico. Pero la realidad básica es muy simple: a lo largo de siete décadas, las fábricas de bombas del gobierno [EEUU] y los reactores de propiedad privada han estado arrojando a la biosfera cantidades masivas de radiación. Se desconocen fundamentalmente los impactos de estas emisiones en la salud ecológica y humana porque la industria nuclear se ha negado rotundamente a estudiarlos. En efecto, la presunción oficial ha sido siempre mostrar que las pruebas de los daños causados por las bombas nucleares y los reactores comerciales es un asunto de las víctimas y no de quienes los perpetran. Y que, en cualquier caso, la industria saldrá prácticamente sin perjuicio alguno. Aquí van 50 razones preliminares de por qué ese legado
radioactivo exige que nos preparemos para lo peor respecto a nuestros océanos, nuestro planeta, nuestra economía y… nosotros mismos. En Hiroshima y Nagasaki (1945), el ejército estadounidense negó inicialmente que se hubiera producido lluvia radioactiva u otro tipo de daño. A pesar de carecer de datos significativos, las víctimas (incluyendo un grupo estadounidense de prisioneros de guerra) y quienes las apoyaban fueron oficialmente “desacreditadas” y despreciadas. Fue a partir los incorrectos estudios de la Bomba-A , iniciados cinco años después de Hiroshima, cuando se conjuraron los niveles de “dosis aceptables” para los
reactores comerciales, y en Fukushima, y en más lugares, se ha sido todo lo laxo que se ha podido a fin de salvaguardar el dinero de la industria. Al negarse a evaluar las consecuencias a largo plazo de las emisiones, la industria está ocultando sistemáticamente los impactos sobre la salud de los accidentes de Three Mile Island, Chernobil, Fukushima, etc., obligando a las víctimas a depender de aislados estudios independientes que automáticamente se consideran “desacreditados”. A nivel amplio, se han sufrido daños en la salud a causa del radio presente en la pintura que hace brillar el dial de los despertadores, por la producción de bombas, por el enriquecimiento/fresado/minería del uranio, por la gestión de los deshechos radioactivos y por otros trabajos radioactivos, a pesar de las décadas de implacable negativa de la industria. 

No hay comentarios: