sábado, 29 de marzo de 2014

“SI VOLVIERA A VIVIR, TRABAJARÍA MENOS Y DISFRUTARÍA MÁS”... FUÉ UNA DE LAS ÚLTIMAS COSAS QUE ME DIJO...

LA TOLERANCIA 
ES EL VINO DE LOS PUEBLOS

Escribe JORGE MAJFUD (*) 
Fuente “ Página 12” Bs. As. 27 de marzo 2014

(*) JORGE MAGFUD. Escritor uruguayo (1969). Investigador.  Arquitecto en Universidad de Uruguay.  Profesor de diseño y matemáticas.   Profesor de Literatura Latinoamericana en The University of Georgia, Estados Unidos.  Expositor invitado en varios países. En 2001 finalista del Premio Casa de las Américas, Cuba, por la novela La reina de América. Obtuvo en 2006 Premio Excellence in Research Award in humanities & letters, UGA, Estados Unidos.

Mi padre era el cuarto o quinto hijo de una docena que dio al Uruguay un matrimonio de inmigrantes libaneses, cristiana ella y probablemente él también. Toda su infancia la vivió en la miseria, escarbando raíces del campo para comer, poniendo los pies descalzos en el estiércol de las vacas para aliviar el frío de las madrugadas con
escarcha, peleándose con otros pobres por los huesos que desechaba el Frigorífico Tacuarembó. Era un niño de escuela cuando con sus hermanos ya trabajaba amasando barro para hacer ladrillos o plantando verduras que luego vendía en el pueblo. Cuando un hermano volvía de la escuela, el otro lo encontraba a la salida del pueblo para ponerse sus zapatos. Con el tiempo, allá por los años cincuenta, mi padre logró irse a la capital para estudiar carpintería y radiofonía y al volver a su pueblo levantó su Fábrica de Muebles, como la llamaba él, además de iniciar diversos negocios y de fundar un Rotary Club y alguna cooperativa bancaria con cierto éxito. Durante el día trabajaba en su farmacia o buscaba alguna vaca perdida en alguno de sus campos y por las noches, durante treinta años, daba clases en la escuela técnica. Sus colegas se reían de su habilidad de quedarse dormido sentado o aun de pie. “Si volviera a vivir, trabajaría menos y disfrutaría más”, fue una de las últimas cosas que me dijo por teléfono, no por amargura sino para darme un nuevo consejo, que resultó ser el último. Nuestra última conversación fue en tono de bromas, porque uno nunca sabe el significado de cada momento.

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