EN EL SUPERMERCADO
Fuente “EcoPortal” 1 de
abril 2014
(*) ESTHER VIVAS (Sabadell, 1975) Es una activista española
autora de diversos libros y publicaciones sobre movimientos sociales. Licenciada
en periodismo y diplomada en estudios superiores de sociología por la
Universitat Autònoma de Barcelona es una luchadora incansable de la resistencia
cívica, activista e investigadora en movimientos sociales y políticas agrícolas.
.Desmonta uno a uno los mitos sobre los cuales está construído el actual
sistema agroalimentario. Explica el criminal negocio de las técnicas y empresas alimentarias
Asociamos
la compra en el “Super” a modernidad, autonomía, libre elección, pero hay pocos
lugares de nuestra vida cotidiana, tan controlados y monitoreados. Tras nuestra
adquisición, aunque no lo parezca, hay mucho en juego Nada queda al azar. Todo está pensado para
que compremos. Cuanto más mejor. Llegamos al 'súper' y unos carteles, en
general de colores claros, nos dan la bienvenida. Cogemos el
carrito tan grande
que mucho hay que llenarlo para que no parezca vacío El carro por más que lo
lleves recto siempre gira de cara al estante y allí ves, como quien no quiere
la cosa, un nuevo artículo que no esperabas..¿Por qué pondrán siempre lo que
más te hace falta al final del establecimiento? Un hilo de música con ritmo
suena de fondo, y está allí animándote a comprar. Miras precios y no entiendes
porqué nunca los importes son redondos, Suerte que te fijas en todos aquellos
que acaban en 9, y así ahorras un poco. Aunque, tal vez, tampoco haya tanta
diferencia entre pagar un céntimo más o menos. Eso sí, el producto parece más
barato. Avanzo buscando el paquete de
arroz ; ya lo han cambiado otra vez de lugar. No entiendo por qué cada poco tiempo
mueven los productos de sitio. de nuevo, dar mil vueltas. Eso sí, al reaprender
el camino descubro nuevos productos que
antes ni me había fijado. Sólo me queda coger
detergente. A la altura de los ojos veo esa marca que dicen por la tele
deja la ropa tan limpia. Tomo el envase y, miro el precio... ¡qué caro! Observo arriba y abajo otra marca menos conocida pero más económica.
Me agacho y la agarro. ¿Por qué la pondrán en un lugar más difícil? Llega pasar
por caja. En la cola y aburrida por la espera veo esos chocolates, caramelos,
golosinas... y a solo un palmo. Imposible decir "no". Venga, un día
es un día, a la cesta. Analizando mi "recorrido". ¿Cuántas cosas he
comprado que no necesitaba? Se calcula que entre un 25% y un 55% de nuestra
compra es compulsiva. Sin ser conscientes, somos conejillos de indias en un
gran laboratorio llamado 'súper'. Nuestros movimientos nunca pasan
desapercibidos, una cámara u otra, colocada aquí o allá, lo registra. Pero,
¿qué se hace con esas imágenes? ¿Sabemos cuándo
nos están grabando? ¿Podemos
acceder a esas filmaciones? El profesor Andrew Clement de la Universidad de
Toronto y fundador del Instituto de Identidad, Privacidad y Seguridad señala
nuestra indefensión ante estas prácticas. Según un estudio llevado a cabo por
su equipo en Canadá, ninguna de las cámaras colocadas en los mayores centros
comerciales canadienses cumplía los requisitos de señalización a los que obligaba
la Ley. Aquí, en Europa, la polémica, también, está servida. No tenemos ni idea
de qué ni cómo ni cuándo graban ni qué hacen con las
imágenes. Dicen que
comprar en el supermercado del futuro será más práctico, cómodo, ágil, rápido y
no tendremos que hacer colas ni pasar por caja. Todo, gracias, entre otros, a
la tecnología de identificación por radiofrecuencia o etiquetas RFID. Unas
etiquetas que contienen un microchip y que registran información detallada
sobre la "vida" del producto en el que se encuentran. Son como un
número de serie único que almacena y emite, a través de una antena, datos
específicos sobre ese artículo. (ir
al informe completo)
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