Y AMAR A TODOS LOS SERES
Escribe LEONARDO BOFF (*)
31 de
marzo 2014
(*)LEONARDO
BOFF (BRASIL) Teólogo, filósofo y escritor Uno de los fundadores de la Teología
de la Liberación. En 1985, la Congregación para la Doctrina de la Fe, dirigida
por el Ratzinger (ex Papa) le silenció por un año por su libro “La Iglesia,
Carisma y Poder”. Profesor de, ética y filosofía en Brasil. Conferencista en
muchas universidades, como Heidelberg, Harvard, Salamanca, Barcelona, Lund,
Lovaina, París, Oslo, Turín. Escribió más de 100 libros, traducidos a muchas
lenguas. En 1997, el Parlamento Sueco le otorgó el premio Right Livelihood
El amor es la mayor fuerza que existe en el universo, en los
seres vivos y en nosotros los humanos.
Es una fuerza de atracción, de unión y de transformación. El amor es la
expresión más alta de la vida que siempre irradia y pide cuidado, porque sin
cuidado languidece, enferma y muere. Humberto Maturana, chileno, uno de los
mayores exponentes de la biología contemporánea, mostró en sus estudios sobre
la autopoiesis, es decir, sobre la auto organización de la materia de la cual
resulta la vida, cómo el amor surge desde dentro del proceso evolutivo. En la
naturaleza,
afirma Maturana, se verifican dos tipos de conexiones (él las llama
acoplamientos) de los seres con el medio y entre sí: una necesaria, ligada a la
propia subsistencia, y otra espontánea, vinculada a relaciones gratuitas, por
afinidades electivas y por puro placer, en el fluir del propio vivir. El límite
más desastroso del paradigma occidental tiene que ver con el otro, pues lo ve
antes como obstáculo que como oportunidad de encuentro. En la cultura
occidental ha triunfado el paradigma de la identidad, con exclusión de la
diferencia. Esto ha generado arrogancia y mucha violencia. Amar al otro, sea el
ser humano, sea cada representante de la comunidad de vida, es darle razón de
existir. No hay razón para existir. El existir es pura gratuidad. Amar al otro
es querer que él exista porque el amor hace al otro importante. «Amar a una
persona es decirle: tú no podrás morir jamás» (G. Marcel); “tú debes existir,
tú no puedes irte».
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