NOAM CHOMSKY Y TONY BLAIR
SE CRUZAN EN EL AEROPUERTO
Escribe
JORGE MAJFUD (*)
Fuente “Página 12” Bs.
As.
Jueves 10 de abril 2014.
(*) JORGE MAJFUD. Escritor uruguayo (1969).Investigador. Arquitecto en Universidad de Uruguay Profesor de diseño y matemáticas. Profesor
de Literatura Latinoamericana en The University of Georgia, Estados Unidos. Expositor invitado en varios países. En 2001
finalista del Premio Casa de las Américas, Cuba, por la novela La reina de América.
Obtuvo en 2006 Premio Excellence in Research Award in humanities & letters
(de Excelencia en Investigación en humanidades y
letras), UGA, Estados Unidos.
En
octubre pasado, Noam Chomsky dio una conferencia en la Universidad de Florida
titulada Policy and Media Prism (Las políticas y el prisma mediático). Durante
más de una hora, con su incansable osadía de desarticular narraciones
oficiales, Chomsky analizó el uso del lenguaje en la prensa tradicional, la
información
mutilada con fines políticos por parte de los medios que repiten y
ocultan como estrategia para crear o justificar una realidad. “Si el público
estuviese realmente informado no toleraría algunas cosas”, comentó. Al menos
parte del público. Si los estudiantes de lingüística lloran por la complejidad
de sus teorías, por lo hermético y abstracto de algunas de sus explicaciones,
el público general que asiste a sus conferencias no puede decir lo mismo: nada
hay en ellas de abstracto; cada una de sus afirmaciones es concreta y precisa.
Se puede estar en completo desacuerdo con las interpretaciones que hace Chomsky
de la realidad, pero nadie puede acusarlo de ser elusivo, cobarde, complaciente
o diplomático. 24 horas más tarde y a unos
pocos kilómetros de distancia, el ex
primer ministro del Reino Unido, Tony Blair, dio su conferencia en una sala del
Florida Times Union de Jacksonville. El día anterior recibí en mi oficina a
alguien (un prodigio europeo al que estimo mucho y que conocía al líder
británico) con una invitación especial para asistir. En una elegante sala, Tony
Blair se extendió por casi dos horas. A diferencia de Chomsky, Blair no
bombardeó a los presentes con observaciones incómodas, sino con frases
prefabricadas, complacientes hasta la indigestión, más una plétora de lugares
comunes capaces de provocarle pudor hasta a un estudiante de secundaria. Todo
sazonado con una dosis tóxica de bromas, algunas muy ingeniosas. (ir
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