Escribe IGNACIO RAMONET (*)
Fuente “Le Monde Diplomatique”
Nº 222 ABRIL 20o14
(*) IGNACIO
RAMONET (1943 España) Entre 1990 y 2008 fue director de Le Monde Diplomatique. Es
doctor en Semiología e Historia de la Cultura por la École des Hautes Études en
Sciences Sociales (EHESS) de París y catedrático de Teoría de la Comunicación
en la
Universidad Denis-Diderot (Paris-VII). Especialista en
geopolítica y estrategia internacional y consultor de la ONU, actualmente
imparte clases en la Sorbona de París.
En la película Her, que acaba de ganar el Óscar al mejor
guión original y cuya acción transcurre en un futuro próximo, el personaje
principal, Theodore Twombly (Joaquin Phoenix), adquiere un sistema operativo
informático que funciona como un asistente total, plegándose intuitivamente a
cualquier requisito o demanda del usuario. Theodore lo elige con voz de mujer y
mediante su teléfono inteligente se pasa horas conversando con ella hasta
acabar perdidamente enamorado. La
metáfora de Her es evidente. Subraya nuestra
creciente adicción respecto al mundo digital, y nuestra inmersión cada vez más
profunda en un universo desmaterializado. Pero si citamos aquí este film no es
sólo por su moraleja sino porque sus personajes viven, como lo haremos nosotros
mañana, en una atmósfera comunicacional aún más hiperconectada. Con alta
densidad dephablets, smartphones, tabletas, videojuegos de última generación,
pantallas domésticas gigantes y ordenadores dialogantes activados por voz... La
demanda de datos y de vídeos alcanza efectivamente niveles astronómicos. Porque
los usuarios están cada vez más enganchados a las redes sociales. Facebook, por
ejemplo, ya tiene más de 1.300 millones de usuarios activos en el mundo;
Youtube, unos 1.000 millones; Twitter, 750 millones; WhatsApp, 450 millones...
(Desde el punto de vista técnico, las redes ADSL actuales –que nos permiten
recibir Internet de banda ancha en nuestrossmartphones, hogares u oficinas– ya
están casi saturadas... ¿Qué hacer? La única solución es pasar por las rutas
del cable, ya sea coaxial o de fibra óptica. Esta tecnología garantiza una
óptima calidad en la transmisión de datos y de vídeos de banda ultraancha, y
casi no tiene límites de caudal.
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