martes, 20 de mayo de 2014

LA NIÑA DE QUINO ES UNA LIBERTARIA QUE NO CESA DE PEDIR PAZ, AMOR Y NO VIOLENCIA

  MAFALDA  
Y LA VIOLENCIA ARGENTINA

Escribe  
JOSÉ PABLO FEINMANN (*) 
Columnista de “Página 12” 
Buenos Aires, 18 de mayo 2014

(*) JOSÉ PABLO FEINMANN (Buenos Aires, 1943) Es un filósofo, docente, escritor, ensayista, guionista y conductor de radio y televisión argentino. Es licenciado en Filosofía y fue profesor universitario en la Universidad de Buenos Aires. Su programa recibió 5 estrellas de 5. En él despliega las propuestas de los grandes pensadores de todos los tiempos. Con Horacio González es autor del libro “Historia y pasión”, que reúne un fructífero diálogo entre ambos

Mafalda nace en 1964 y deja de publicarse el 25 de junio de 1973. Las precursoras de la niña tierna, inteligente y politizada de Quino se encontrarán en La pequeña Lulú. Sobre todo, postulemos, en Lulú. La niña de Marge –que es su discutida autora– no se ocupa de política ni parece tener una gran inteligencia. Su amigo Tobi, menos. Tobi pertenece al mundo de los varoncitos. Hacen una casita en lo alto de un árbol y ponen un cartelito que enuncia: “No se admiten mujeres”. Las aventuras de Lulú son muy ingeniosas y aún hoy –veteranos como nosotros– podemos leer con
placer algunos de sus comics. No sólo por nostalgia de los tiempos lentos y hermosos de nuestra infancia, sino como genuino entretenimiento. Los comics son un arte descollante. Literatura dibujada, como había sentenciado Oscar Massota en los sesenta y con gran penetración e ingenio. Los otros antecedentes de Mafalda, sin tener la fuerza de Lulú, son Periquita hace lo que puede y esa obra maestra de Bataglia, María Luz, con su pancita al aire y su desbordante inteligencia. Ninguna como Mafalda, en la opinión de muchos. Que comparto. La niña de Quino es una libertaria que no cesa de pedir paz, amor y no violencia en el mundo convulsionado de los sesenta. (Pensemos, muy especialmente, en la guerra de Vietnam.) Pero Quino, a través de Mafalda, expresas sus ideas, muchas de ellas agresivas con el establishment. Por
  ejemplo: Mafalda está por entrar al colegio. Agarra un metro y se mide la cabeza. Entonces, preocupada, dice: “¿Entrarán aquí todas las cosas que en el colegio me van a meter?” Y cuando se impone el golpe brutal del cursillista Onganía, la niña, en un solo dibujo que abarca toda la tira apaisada que salía en El Mundo, dice: “Pero entonces todo eso que me enseñaron en el colegio...”. Sí, Mafalda, son versiones interesadas que responden a la ideología de los sectores triunfadores, los del poder, los del establishment. Ellos dominan la educación y los niños argentinos se han educado según las ideas de las clases dirigentes.  

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