jueves, 26 de junio de 2014

EN EL CAPITALISMO EL TRABAJO Y LA NATURALEZA SE CONVIERTEN EN MERCANCÍAS

LA ECONOMÍA 
DEL FRAUDE INOCENTE

Esçribe ALEJANDRO NADAL (*) 
Çolumnista en “La Jornada” 
de Méxiço 25 de junio 2014

(*)ALEJANDRO NADAL- Escritor, Periodista. Doctor en Economía (Université de Paris-X). Analista de opinión en “Reggio's”, artículos, blogs, documentación, ensayo, periodismo ciudadano. Miembro del Consejo Editorial de SinPermiso, acaba de publicar un importante libro de macroeconomía. Columnista de “La Jornada” de México y varios otros medios de America y Europa.

¿Cómo puede ser "inocente" un fraude? En su último libro, “La economía del fraude inocente” (publicado en 2004), el gran economista John Kenneth Galbraith aclara el misterio. La idea de fraude inocente nos remite a una serie de análisis y supuestos equivocados que han sido adoptados por los economistas convencionales, es decir, los que sirven a los poderes establecidos. Esos análisis se han erigido en mitos y causan daños incalculables. Para Galbraith, esos economistas convencionales no sólo están equivocados, sino que son demasiado torpes para darse cuenta de sus errores. Es decir, pueden perpetrar el fraude pero son incapaces de entender lo que están
John Kenneth Galbraith
haciendo. Y si por acaso alguno de estos economistas oficiales aclara que sí entiende lo que está haciendo, entonces la presunción de inocencia se remplaza por una acusación de alevosía, premeditación y ventaja. Entre los fraudes inocentes que cultivan los economistas convencionales se encuentra el uso del término "sistema de mercado" para referirse al capitalismo. Galbraith sabía muy bien que estos dos términos no son sinónimos y que el origen del capitalismo se basa en una profunda distorsión del funcionamiento de los mercados. No sólo impera en el capitalismo una forma de circulación monetaria que nada tiene que ver con la circulación de mercancías en el mercado, sino que en el capitalismo el trabajo y la naturaleza se convierten en mercancías. El mercado es la tierra en la que crece el capitalismo como una maleza que todo lo invade. Al contrario de lo que se piensa comúnmente, el capitalismo acaba por destruir el mercado. El libro de Galbraith identifica otros ejemplos de fraude inocente perpetrados por economistas oficiales. Uno muy importante es la distinción entre "sector privado" y "sector público". En realidad, nos dice Galbraith, los intereses de las grandes corporaciones son ahora la prioridad para los planes y políticas de los gobiernos.

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