“NIÑOS EN FUGA”
Escriben AMY GOODMAN
Y DENIS
MOYNIHAN (*)
Fuente Democracy Now!
14 de
junio 2014
(*) AMY GOODMAN
Locutora, periodista y escritora progresista de EE UU. Egresada de Harvard
University en 1984, Fundo “Democracy Now” noticiero internacional que se emite
diariamente en más de 750 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de
400 en español, juntamente con DENIS MOYNIHAN. Es co-autora del libro "Los
que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en
Estados Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur. Traducido por
Mercedes Camps. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español.
¿Han visto las
fotos de esas filas y filas de niños, durmiendo en el piso, recluidos en un
Centro de Detención del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos?
Cada día llegan al país más niños inmigrantes y el gobierno federal no sabe
dónde ubicarlos. “Cuando vi las fotos por primera vez, lloré. Lloré y se me
rompió el
corazón por esos niños, porque conozco la razón por la que vienen”.
Esto me dijo José Luis Zelaya, mientras miraba las fotos de los niños
inmigrantes que el gobierno de Estados Unidos ubica en depósitos. Zelaya
entiende por lo que están pasando. Está a punto de terminar su Doctorado en la
Universidad A&M de Texas, pero no es un estudiante típico. Su camino fue
largo y dificultoso, un notable ejemplo de las luchas y los éxitos de muchos inmigrantes
indocumentados en Estados Unidos. Su arduo camino resulta especialmente
importante de oír en este momento en que
decenas de miles de niños no acompañados, provenientes de América Central y México, inundan la frontera sur de Estados Unidos, profundizando la crisis del ya deficiente sistema inmigratorio estadounidense. “Nací en Honduras, en San Pedro Sula, la capital mundial de la violencia. De niño, crecí en la extrema pobreza. Fui testigo de la muerte de mi hermano en los brazos de mi madre porque no teníamos dinero para llevarlo a un hospital. Teníamos un padre violento, un hombre alcohólico que golpeaba a mi madre en público, que me golpeaba a mí y me impidió acceder a la educación, que, literalmente, me separó de mi madre. Mi madre huyó de él con mi hermana menor, pero él me retuvo. Me obligó a quedarme para que pudiera proveerle alcohol. Mi madre emigró a Estados Unidos y yo me quedé en Honduras durante unos dos años sin ella. Finalmente, mi padre me echó de casa y me quedé sin hogar”. Zelaya siguió recordando su historia en el programa de noticias de Democracy Now!: “Me convertí en un niño de la calle. Hurgaba en los tachos de basura para encontrar algo que comer. Lustraba los zapatos de la gente en los parques. Vendía caramelos en los semáforos. Limpiaba parabrisas para mantenerme. Pero la realidad es que Honduras es un país muy peligroso. Una vez, estaba jugando al fútbol y hubo un tiroteo callejero y terminé recibiendo dos tiros, uno en cada brazo, y fue ahí que tomé la decisión de que tenía que huir”. (…ir a la nota completa)
niños inmigrantes |
decenas de miles de niños no acompañados, provenientes de América Central y México, inundan la frontera sur de Estados Unidos, profundizando la crisis del ya deficiente sistema inmigratorio estadounidense. “Nací en Honduras, en San Pedro Sula, la capital mundial de la violencia. De niño, crecí en la extrema pobreza. Fui testigo de la muerte de mi hermano en los brazos de mi madre porque no teníamos dinero para llevarlo a un hospital. Teníamos un padre violento, un hombre alcohólico que golpeaba a mi madre en público, que me golpeaba a mí y me impidió acceder a la educación, que, literalmente, me separó de mi madre. Mi madre huyó de él con mi hermana menor, pero él me retuvo. Me obligó a quedarme para que pudiera proveerle alcohol. Mi madre emigró a Estados Unidos y yo me quedé en Honduras durante unos dos años sin ella. Finalmente, mi padre me echó de casa y me quedé sin hogar”. Zelaya siguió recordando su historia en el programa de noticias de Democracy Now!: “Me convertí en un niño de la calle. Hurgaba en los tachos de basura para encontrar algo que comer. Lustraba los zapatos de la gente en los parques. Vendía caramelos en los semáforos. Limpiaba parabrisas para mantenerme. Pero la realidad es que Honduras es un país muy peligroso. Una vez, estaba jugando al fútbol y hubo un tiroteo callejero y terminé recibiendo dos tiros, uno en cada brazo, y fue ahí que tomé la decisión de que tenía que huir”. (…ir a la nota completa)
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