viernes, 20 de junio de 2014

MIENTRAS LA FIESTA SIGUE, LA SOCIEDAD SE LAMENTA DE LA DESCOMPOSICIÓN QUE LA AQUEJA.

¿QUÉ NOS PASA?

Escribe 
ADOLFO SÁNCHEZ REBOLLEDO (*) 
Columnista en “La Jornada” 
de México 19 de junio 2014

(*) ADOLFO SÁNCHEZ REBOLLEDO. (MEXICO 1941) Periodista y Analista político, con extensa actuación en la prensa alternativa. Articulista de La jornada. Director del Correo del Sur, suplemento dominical de La Jornada. Ha recorrido el largo camino de la transición democrática como político y periodista. Es un referente reconocido en  ámbitos de la geopolítica continental y mundial.

EL AUTOR DE ESTA NOTA ES MEJICANO Y ESE PAÍS ES EL CONTEXTO EN EL CUAL SE UBICA PARA SU PLANTEO. SIN EMBARGO ESTOS CONCEPTOS PODRÍAN CABER A LA MAYORIA DEL CONTINENTE LATINOAMERICANO
Cuando la marea futbolística descienda a su nivel nos encontraremos, otra vez, en ese claroscuro del país que no acaba de definirse. Más allá de los brillos mediáticos, del melodrama nacional en pos de la pelota, de la gloria alcanzada gracias a las habilidades reconocibles de los jóvenes deportistas y su nueva mentalidad, el Cielito lindo no será suficiente para marcar el derrotero del día después. Los aficionados regresaremos sin más a la triste condición de ciudadanos incompletos, aturdidos entre el ruido ensordecedor del reformismo ciego y el estancamiento
secular hecho costumbre, rutina mental. Brasil quedará muy lejos y con él la ilusión de ser un poco más felices. Mientras la fiesta sigue, la sociedad se lamenta de la descomposición que la aqueja. Llevamos años conviviendo con un intolerable umbral de violencia que solapa o degrada los avances de los derechos humanos conseguidos a lo largo de décadas de sacrificios, pero esta es la hora que el fondo de la cuestión escapa a las estrategias oficiales y desborda toda reacción defensiva. Los datos sobre delitos y desapariciones siguen siendo aterradores; la inseguridad es consustancial a la vida cotidiana y aunque algunos programas obtengan resultados favorables, es obvio que tenemos un grave problema que afecta los fundamentos mismos de la convivencia, cuya crisis arrastramos desde antes de que el tema de la delincuencia organizada se alzara al primer plano. Nos escandalizamos con justa razón ante la presencia del acoso escolar, ahora multiplicado por las redes sociales como un fenómeno de odiosa violencia colectiva, pero nos negamos a verificar cuáles son los vínculos posibles de esa forma particular de abuso con el clima general de acoso, intimidación y agresividad que se vive desde hace años. El ascenso de la crueldad y la "normalización" de los asesinatos en masa, el desprecio ante los inmigrantes, la corrupción como una plaga que no deja el más mínimo rincón, son datos que trascienden los informes policiales e indican que algo muy grave afecta incluso a la parte "sana" de la sociedad. ( …ir a la nota completa)


 

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