Escribe MIGUEL LAMAS
Periodista. Militante político.
Miembro
de Izquierda Socialista
(Sección argentina de la UIT-CI)
Fuente: “Rebelión”
13 de junio 2014
En el año 2007 el entonces presidente Inácio Lula da
Silva, el ex jugador de fútbol Romario de Souza y el presidente de la FIFA,
Joseph Blatter, anunciaron que el mundial de futbol de 2014 sería en Brasil. El
país vibró de alegría y la popularidad de Lula aumentó aún más. Sin embargo
hoy, a pocos días del mundial, el país se llena de manifestaciones en repudio a
la “copa de la FIFA”. ¿Qué pasó? Además del gran espectáculo prometido para
este año, Lula dijo en 2007 que la inversión en los estadios sería privada y
que las obras del mundial (en transporte e infraestructura) mejorarían los
servicios para el pueblo. Es decir, todo sería bueno
para millones de
brasileños. Pero las mentiras de la FIFA y del gobierno del PT fueron quedando
al descubierto. En junio del año pasado un aumento del transporte público
desencadenó grandes movilizaciones juveniles y populares contra ese aumento.
Exigiendo además presupuesto para salud, educación y obras públicas para el
pueblo. Y cuestionando los enormes gastos estatales para las obras del mundial.
El gobierno del PT, con Dilma Rousseff, comenzó a desprestigiarse
aceleradamente. Lejos de la grandeza que pregonan, Brasil es un país saqueado
por las transnacionales y los bancos. Los pagos de la deuda estatal treparon a
90.000 millones de dólares. Hoy la gran mayoría cuestiona la “copa de la FIFA”.
Porque vieron que las gigantescas obras insumieron enormes gastos. Más de
12.000 millones de dólares de los que se hará cargo el estado brasileño. Con
una gran
corrupción. Mientras los trabajadores y mayorías populares están
sufriendo al mismo tiempo un duro ajuste, una gran inflación, cortes de gastos
en salud y educación. Y las grandes “mejoras” que traería el mundial no se ven
por ningún lado. Fueron construidos o remodelados doce estadios. El costo de
construir el estadio de Brasilia se ha triplicado a casi 900 millones de
dólares en fondos públicos, debido, en gran medida, a facturación fraudulenta,
afirman auditores del gobierno. Ese aumento de costos lo convierte en el
segundo estadio de fútbol más caro del mundo, a pesar que la ciudad no tiene
siquiera un equipo profesional de envergadura. Manaos, Brasilia y Cuiabá, tres
ciudades sedes, no tienen equipos en primera división. Cuando juegan los
equipos de estas ciudades llegan a juntar como mucho 1.300 hinchas. Y los
estadios tienen capacidad para 44.000 personas. Parece que el de Cuiabá se va a
convertir en una cárcel. The Asóciate Press analiza la información en poder del
principal tribunal electoral de Brasil que muestra un aumento estratosférico de
las contribuciones de campaña por parte de compañías que se adjudicaron los
contratos de construcción para la Copa del Mundo.
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