PARTE CONSCIENTE
E INTELIGENTE DE LA
TIERRA
Esçribe LEONARDO BOFF (*)
Viernes 30 de mayo 2014
(*)LEONARDO BOFF (BRASIL) Teólogo, filósofo y
escritor Uno de los fundadores de la Teología de la Liberación. en 1985, la
Congregación para la Doctrina de la Fe, dirigida por el Ratzinger (ex Papa) le
silenció por un año por su libro “La Iglesia, Carisma y Poder” . Profesor de,
ética y filosofía en Brasil. Conferencista en muchas universidades, como Heidelberg,
Harvard, Salamanca, Barcelona, Lund, Lovaina, París, Oslo, Turín. Escribió más
de 100 libros, traducidos a muchas lenguas. En 1997, el Parlamento Sueco le
otorgó el premio Right Livelihood
El ser humano consciente
no debe ser considerado aparte del proceso evolutivo. Él representa un momento
especialísimo de la complejidad de las energías, de las informaciones y de la
materia de la Madre Tierra. Los cosmólogos nos dicen que alcanzado cierto nivel
de conexiones hasta el punto de crear una especie de unísono de vibraciones, la
Tierra hace irrumpir la conciencia y con ella la inteligencia, la sensibilidad
y el amor. El ser humano es esa porción de la Madre
Tierra que, en un momento
avanzado de su evolución, empezó a sentir, a pensar, a amar, a cuidar y a
venerar. Nació, entonces, el ser más complejo que conocemos: el homo sapiens
sapiens. Por eso, según el antiguo mito del cuidado, de humus (tierra fecunda)
se derivó homo-hombre y de adamah (en hebreo tierra fértil) se originó
Adam-Adán (el hijo y la hija de la Tierra). En otras palabras, nosotros no
estamos fuera ni encima de la Tierra viva. Somos parte de ella, junto con los
demás seres que ella generó también. No podemos vivir sin la Tierra, aunque
ella pueda continuar su trayectoria sin nosotros. Por causa de la conciencia y
de la inteligencia somos seres con una característica especial: a nosotros nos
fue confiada la guarda y el cuidado de la Casa Común. Todavía mejor: a nosotros
nos toca vivir y rehacer
continuamente el contrato natural entre Tierra y
humanidad pues su cumplimiento garantizará la sostenibilidad del todo. Esa
mutualidad Tierra-humanidad se asegura mejor si articulamos la razón
intelectual, instrumental-analítica, con la razón sensible y cordial. Nos damos
cada vez más cuenta de que somos seres impregnados de afecto y de capacidad de
sentir, de dar y de recibir afecto. Tal dimensión posee una historia de
millones de años, desde cuando surgió la vida hace 3,8 miles de millones de
años. De ella nacen las pasiones, los sueños y las utopías que mueven a los
seres humanos a la acción. Esta dimensión, llamada también inteligencia
emocional fue desestimada en la modernidad en nombre de una pretendida
objetividad de análisis racional. (…ir a la
reflexión completa)
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