lunes, 16 de junio de 2014

VÍCTIMAS DEL CAPITAL, A DIFERENCIA DE ROMA, PAGAN ESTE NUEVO CIRCO CON SUS IMPUESTOS

CIRCO SIN PAN 
Y PAGADO POR LA PLEBE


Escribe GUILLERMO ALMEYRA (*) 
Columnista en “La Jornada” 
de México 15 de junio 2014

(*) GUILLERMO ALMEYRA- Argentino-mexicano, nacido en Buenos Aires. Doctor en Ciencias Políticas (Univ. París VIII), profesor-investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Xochimilco, de México. Miembro del Consejo Editor de “Sin Permiso” Columnista habitual en “La Jornada” de México. Periodista y escritor en especial en temas históricos; en esa línea ha publicado sobre los principales referentes del marxismo. Marx, Lenin, Trostky.

En la antigua Roma las clases dominantes distribuían pan a la plebe para tenerla tranquila y le ofrecían en el circo cruentos espectáculos de gladiadores y matanzas colectivas o carreras de cuadrigas en las que los espectadores desahogaban su odio reprimido y apoyaban al carro adversario del equipo del emperador oponiéndose así a éste, pero de un modo inofensivo. Quien ofrecía el espectáculo gratuito obtenía en cambio popularidad y prestigio. El capitalismo actual sabe utilizar la industria del espectáculo como herramienta para la dominación. Tal es el papel para nada ingenuo de la industria cinematográfica y de la televisión
estadunidenses, que refuerzan y promueven los valores de los explotadores, deforman y ocultan los problemas reales, conquistan las mentes y moldean los gustos y consumos de los explotados y oprimidos. Ese papel culmina con el futbol como negocio que llegó a ser motivo de una guerra entre El Salvador y Honduras y, particularmente, en el Mundial de futbol. ¿Qué es el futbol profesional? Jugadores con sueldos enormes –muy superiores a los de los científicos más especializados–, dirigentes de clubes y federaciones mafiosos, dueños de los clubes que invierten en ellos el dinero que exportan ilegalmente de sus países respectivos, como los oligarcas rusos, o las sumas obtenidas de la explotación del trabajo semiesclavo, como los jeques de Qatar, Arabia Saudita o los Emiratos. Ese es el "deporte" que se presenta a las multitudes humilladas, apaleadas, desocupadas, que desean éxitos, aunque sean ficticios, y quieren ver lujo, aunque sea ajeno, y se endeudan para entrar siquiera a una de las "misas negras" de un deporte que nació popular y se transformó en un negocio arreglado. Además, mientras la desocupación, la subocupación y la pobreza alcanzan cifras enormes, los escasos fondos presupuestarios se despilfarran en la construcción de verdaderos elefantes blancos, absolutamente inútiles en la mayoría de las ciudades una vez que termine la Copa Mundial de Futbol.

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