AGRO
COMBUSTIBLES
JUGANDO CON EL DIABLO
Escribe ALBERTO ACOSTA (*)
Fuente
“OTRAMERICA”
30 de junio 2014
(*) ALBERTO ACOSTA ESPINOSA. (Ecuador Quito 1948) Economista
.Escritor. Periodista. Profesor e investigador de la FLACSO. Autor de “Historia económica del Ecuador”
éxito editorial con varias ediciones. Docente en Economía
de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Político. Exministro de Energía
y Minas en gobierno de Correa. Expresidente de la Asamblea Constituyente y Excandidato a la Presidencia de Ecuador
Corría el año 2007. Ecuador vivía
una efervescencia de ideas y expectativas innovadoras. Incluso revolucionarias.
La siembra de las luchas sociales acumuladas a lo largo de las pasadas décadas
parecía que empezaba a dar sus frutos. La Iniciativa Yasuní-ITT, que luego
llegaría a ser ampliamente conocida a nivel internacional, para dejar el crudo
en el subsuelo, a cambio de una contribución internacional, data de esa época y
fue en ese mismo año cuando alcanzó el rango de
política gubernamental. Se reconocían
los Derechos de la Naturaleza, del agua como un derecho humano fundamental y la
prohibición de los transgénicos, los que en 2008 se incorporan en la
Constitución. También se planteó la erradicación del uso de combustibles
fósiles para la generación de electricidad. Las energías fotovoltaica y eólica
reemplazarían al combustible fósil. Con un decreto ejecutivo el gobierno del
presidente Correa, ya distanciado de todos aquellos elementos revolucionarios
de los primeros momentos de su gestión, declaró, en el año 2012, de interés
nacional el desarrollo de los agros combustibles. Las metas que se aspira a
alcanzar con esta acción presidencial obligarán a una agresiva plantación de
palma. Esta planta se expandirá en zonas de bosques húmedos tropicales de la
Costa y de la Amazonia. De acuerdo a proyecciones
oficiales, en el Ecuador se
podrían utilizar unas 400.000 hectáreas para plantaciones de palma aceitera; ya
para el año 2017 se espera una producción de 400 millones de litros de etanol,
que bordeaba unos 20 millones en el 2013. Los grandes cultivos, es decir los
agronegocios, a la postre, impulsados por la política del gobierno, serán los
principales beneficiarios; Y estas plantaciones se extenderán dando paso a una
escalada de conflictos socio ambientales. Bien sabemos que este tipo de
plantaciones nutren contextos de violencia, sea por la sobreexplotación
laboral, la destrucción de bosques o la contaminación, entre muchos otros
problemas. El impulso a este modelo de plantaciones, por lo demás, resulta
contradictorio con la soberanía alimentaria. (
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