martes, 5 de agosto de 2014

CRIMENES EN GAZA: ¿CÓMO SE PUEDE JUSTIFICAR TODO ESTO? ¿CÓMO SE AGUANTA EL GENOCIDIO Y LA BARBARIE?

   AMERICAN CURIOS    
BUSCANDO UN ECO


Escribe
DAVID BROOKS (*)
 Corresponsal de “La Jornada” 
de México en Estados Unidos. 
4 de agosto 2014

(*) DAVID BROOKS (Toronto, 1961), periodista y escritor canadiense-estadounidense especializado en política. Escribe en el New York Times y en PBS. Corresponsal de “La Jornada” de México en EE UU. Responsable de la página editorial del Wall Street Journal, y del Weekly Standard . Autor entre otros  de:”En el Paraíso Drive: ¿Cómo vivimos ahora”   (2004), “Bobos in Paradise: La nueva clase superior y cómo llegaron allí” (2000) y “El Animal Social” (2011), grandes éxitos editoriales. 

¡Qué horror!, se repite entre compañeros de este periódico y entre colegas del gremio en otros medios del mundo. Las imágenes y notas redactadas, editadas y publicadas de niños en infiernos desolados y ensangrentados tanto en Gaza como en el trayecto desde Centroamérica hasta los centros de albergue/detención en la frontera estadunidense se trasmiten como si fueran balazos de ametralladora atinados al corazón de la humanidad. Las cosas han llegado a tal extremo que ponen en duda la misma labor periodística: si las imágenes y las palabras que enviamos ya no provocan un respuesta suficiente para frenar todo esto, un basta ya, entonces algo ya no funciona. Se supone que como periodistas intentamos cumplir con la obligación de contar, documentar, dar a entender hasta lo posible lo que sucede para que todo ciudadano pueda decidir cómo responder, y para
someter el poder al juicio popular, o sea, hacer que el gobierno rinda cuentas por lo que hace en nombre de todos. Pero por ahora pareciera que estamos condenados a contar la misma historia una y otra vez. Como si Sísifo fuera periodista. Para los que están en el terreno, tomando una foto más o escribiendo lo que ven de otro niño muerto, o muerto de miedo en brazos de otra madre –incluso, como han tenido que hacer varios periodistas, dejar la pluma o la cámara para tratar de salvar o asistir a un niño–, se está volviendo casi imposible cualquier cosa que se parezca a la objetividad. Informar desde aquí la respuesta de este país a todo eso es algo que también se vuelve cada vez más difícil, no por falta de información, sino por tener que reportar, una vez más, cómo los políticos culpan a las víctimas y justifican lo imperdonable. Que los políticos dicen que se tienen que enviar más municiones y bombas para que Israel se defienda; que los niños muertos por ataques de ese país en los que se usan armas estadunidenses contra escuelas con banderas azules de la ONU o heridos en hospitales son daños colaterales, y que son consecuencias desafortunadas provocadas por las

acciones irresponsables y terroristas de los líderes de su propio pueblo; que hay que enviar tropas armadas de la Guardia Nacional y agilizar las expulsiones para enfrentar el éxodo de niños que huyen de balas, amenazas, tortura y miseria. Todo forma parte de la historia, se tiene que reportar. Peor aún, tiene que imperar la objetividad: dar el contexto y reportar las opiniones de todos las partes en estos conflictos. Pero ¿no será que esa objetividad es una ficción, una falta de responsabilidad ética y periodística cuando se emplea para explicar, si no justificar, el sufrimiento y muerte de niños? El título de la columna de Giles Fraser en The Guardian pregunta: ¿Cómo pueden ser objetivos los periodistas al escribir sobre niños muertos? y empieza así: “Bien, lo confieso: he estado perdiendo mi ecuanimidad. Durante la semana decidí que ya no tenía sentido escribir más sobre Gaza. Ya no estaba interesado en sentarme tranquilamente ante mi escritorio generando más frases aparentemente ordenadas…. A veces me siento clausurado ante el pleno horror de todo esto, encasillado en un desánimo amargo, incapaz de procesar de manera adecuada la frustración”.   (…ir a la nota completa)

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