MEJORAR ASPECTOS DE LA VIDA
QUE SON FRANCAMENTE INDIGNOS
DE LA ESPECIE HUMANA...
Escribe
ADOLFO
SÁNCHEZ REBOLLEDO (*)
Columnista en “La Jornada” de Mexico
– 28 de agosto 2014
(*) ADOLFO SÁNCHEZ REBOLLEDO.(MEXICO 1941) Periodista y Analista
político, con extensa actuación en la prensa alternativa. Articulista de La
jornada. Director del Correo del Sur, suplemento dominical de La Jornada. Ha recorrido el largo camino de la transición democrática como político
y periodista. Es un referente reconocido en
ámbitos de la geopolítica continental y mundial.
Esta tarde presentaré, con la ayuda de viejos compañeros y
amigos, un libro que recoge diversos textos en torno a la izquierda en el último
medio siglo. Debo decir que este no es una investigación académica; tampoco la
revisión crítica, teórica, del pasado. Más bien quiere ser el testimonio
personal sobre la época que me
tocó vivir vista a través del lente periodístico
y el ensayo breve, sin configurar por ello unas memorias, es decir, el recuento
fino del modo como se entrelazan los hechos públicos y la existencia personal.
No obstante, pienso que dicha inmersión puede ser útil para los más jóvenes
entre la izquierda de hoy, tan urgida de saber de dónde viene y hacia dónde va.
Ya Arturo Cano, nuestro inteligente reportero, fijó con precisión, en una
entrevista publicada ayer en este diario, algunos de esos temas, varios de los
cuales merecerían un acercamiento más sistemático y ordenado, pero creo
necesario insistir en uno de ellos, el de la unidad de las fuerzas que se
reconocen como parte integral de las izquierdas. En
este punto me parece
imprescindible abandonar cualquier noción talmúdica capaz de atribuir al
monolitismo ventaja alguna sobre la diversidad, sin admitir que la pluralidad
es expresión de posturas diferentes, contradictorias (aunque también se pueda
convertir en cotos cerrados, en olla de grillos). La afirmación es que en la
izquierda cabe más de una idea capaz de darle sentido y cohesión a quienes la
comparten. Ésta debe reflejarse en los planes y programas de acción, en la
conducta pública de sus representantes y el modo como se vinculan con la
ciudadanía y los movimientos sociales. Su referente no es ni puede ser sólo el
trato con el poder ni tampoco la aceptación de unas reglas a favor de otras. De
la
izquierda se espera una visión de conjunto acerca del Estado, así como un
planteamiento de orden general que oriente y guíe a la ciudadanía. En estas
condiciones, es posible e incluso necesaria la máxima transparencia política e
ideológica, de modo que sean los objetivos y los métodos aceptados para
alcanzarlos lo que, en definitiva, decida si un grupo debe reivindicar su
autonomía política. Es en ese terreno donde caben las izquierdas, sin
necesariamente atropellarse las unas a las otras, conservando su identidad y
los espacios ganados en el apoyo de la sociedad. Si embargo, hay un plano en el
cual es legítimo y válido plantearse el
tema de la unidad sin incurrir en el
desprecio por las diferencias, pues hay asuntos que incumben a todas las
fuerzas y las obligan a circular por los mismos caminos. Es impensable, por
ejemplo, una izquierda que no eleve el tema de la igualdad al de una categoría
central de toda propuesta digna de ese nombre. Y, sin embargo, eso no ocurre
sin problemas. Una cosa es decir que la lucha por la igualdad sea crucial para
definir de qué izquierda estamos hablando y otra muy distinta es hacer un
esfuerzo permanente para que los sujetos reales, las fuerzas sociales en nombre
de las cuales se habla, en verdad ocupen un lugar propio, sin cadenas
clientelares o falsos espejismos de progreso. Sin tutelas partidistas.
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