domingo, 10 de agosto de 2014

HIROSHIMA Y NAGASAKI 69 AÑOS DESPUÉS

“DEMORACY NOW”: 
NECESITAMOS UNA NUEVA 
FORMA DE PENSAR, 
UN NUEVO ESFUERZO PARA 
ELIMINAR ARMAS NUCLEARES...


Escriben 
AMY GOODMAN, 
con la colaboración de 
DENIS MOYNIHAN (*) 
Fuente: “Democracy Now” 
8 de agosto 2014

(*) AMY GOODMAN Locutora, periodista y escritora progresista de EE UU. Egresada de
Harvard University en 1984, Fundo”Democracy Now” noticiero internacional que se emite diariamente en más de 750 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 400 en español,juntamente con DENIS MOYNIHAN . Es co-autora del libro "Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur. Traducido por Mercedes Camps. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español.


 “Odio la guerra”, afirmó Koji Hosokawa cuando nos encontrábamos junto a la llamada Cúpula de la Bomba Atómica en Hiroshima, Japón. En un extremo del Parque Conmemorativo de la Paz de Hiroshima se erige el esqueleto de un edificio de cuatro pisos. El edificio fue uno de los pocos que quedaron en pie después de que Estados Unidos lanzara la bomba atómica en Hiroshima el 6 de

agosto de 1945 a las 8.15 de la mañana. Tres días más tarde, Estados Unidos lanzó una segunda bomba en Nagasaki. Cientos de miles de civiles murieron, muchos al instante y otros tantos lentamente como consecuencia de quemaduras graves y de lo que más tarde pasó a conocerse como enfermedades provocadas por la radiación. El mundo observa horrorizado los diversos conflictos militares de la actualidad, que dejan tras de sí solo más destrucción. En Libia y en Gaza, en Siria, en Irak, Afganistán y Ucrania. No muy lejos de los muertos y los heridos de esos conflictos, los misiles nucleares aguardan alertas, en espera del terrible momento en que la arrogancia, un accidente o la falta de humanidad provoquen el próximo ataque nuclear. “Odio la guerra”, reiteró Hosokawa. “Odio la guerra, no a los estadounidenses. La guerra vuelve locas a las personas”. Un día antes de reunirme con Koji Hosokawa estuve en Tokio, donde entrevisté a Kenzaburo Oe, ganador del Premio Nobel de Literatura.
Kenzaburo Oe

 “Cuando era niño, a los 12 años de edad, Japón ingresó en la guerra y fue al final de la guerra que Japón sufrió los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki. En aquel entonces sufrí una gran conmoción, pero también mi madre, nuestras familias, todas las personas en aquel entonces estaban azoradas por la bomba atómica. Se trataba de la mayor catástrofe que jamás habíamos experimentado, por eso el sentimiento de tener que sobrevivir a esto, de superarlo y empezar de nuevo fue muy poderoso”. Ahora, con casi 80 años, Kenzaburo Oe ha reflexionado mucho acerca de la conexión que existe entre la bomba atómica y el desastre de Fukushima, la planta nuclear que colapsó cuando un terremoto y un tsunami devastadores azotaron Japón el 11 de marzo de 2011. El Premio Nobel le dijo al periódico francés Le Monde: “Hiroshima debe quedar grabado en nuestra memoria: es una catástrofe más terrible que los desastres naturales porque fue provocada por el hombre. Repetirla, al mostrar la misma falta de respeto por la vida humana con la construcción de plantas de energía nuclear, es la peor traición a la memoria de las víctimas de Hiroshima”, afirmó. 

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