LA REALIDAD ES MUCHO MÁS RICA Y,
SI SE QUIERE, MÁS
INQUIETANTE.
AHORA HAY DOS GOBIERNOS EN LIBIA.
Escribe
SANTIAGO ALBA RICO (*)
Fuente “Viento Sur”
Lunes 22 de septiembre 2014
(*) SANTIAGO ALBA RICO (ESPAÑA) es un escritor, ensayista y
filósofo español nacido en Madrid en 1960. De formación marxista ha publicado varios libros de ensayo sobre
filosofía, antropología y política.
Redactor en varias revistas y medios
como Gara, Archipiélago. Cuadernos de crítica de la cultura, LDNM, el
Comité de Solidaridad con la Causa Árabe. Rebelion, etc. Tradujo al castellano autores árabes, como el poeta egicpio Naguib
Surur o al escritor iraquí Mohamed Judayr. Actualmente reside en Túnez.
El número de septiembre de la prestigiosa revista francesa
Esprit aborda el detallado análisis de lo que llama de manera elocuente “nuevo
desorden mundial”. Se podrán compartir o no acercamientos concretos a algunos
conflictos regionales, pero es difícil negar los dos presupuestos que, a juicio
de los colaboradores de la publicación, explican este “desorden” cuya expresión
más
evidente son la situación de Ukrania y la del Próximo Oriente. Esos dos
presupuestos son 1) la decadencia rapidísima de la hegemonía estadounidense (y,
desde luego, europea), que habría durado apenas una generación (1989-2003) y
que no habría sobrevivido al aventurerismo criminal de Bush en Iraq, y 2) la
incapacidad de las llamadas potencias emergentes (en torno al grupo BRICS) para
ofrecer alternativas, tanto en el plano -digamos- civilizatorio como en el
puramente pragmático de la resolución global de conflictos. La globalización
económica, cuyas “crisis” muy destructivas para las poblaciones han obligado,
en todo caso, a acuerdos y negociaciones entre Estados capitalistas, no ha ido
acompañada de una globalización política capaz de evitar o amortiguar los
conflictos, ni siquiera de manera ‘injusta’, como ocurría bajo el fenecido
sistema de bloques en el siglo pasado. Entre la “decadencia” estadounidense y
la falta de alternativas, ningún acontecimiento ha acelerado y revelado mejor
ambos procesos que las fracasadas revoluciones árabes y el surgimiento desde su
seno -el de su fracaso- del Estado Islámico, una “organización militar” y no
sólo “terrorista” -por recordar las declaraciones recientes de un responsable
del Pentágono- que no cuenta con el patrocinio o apoyo de ningún Estado, que
básicamente se autofinancia y que se ha hecho fuerte justamente allí donde la
ausencia de Estado (resultado de invasiones extranjeras o dictaduras
criminales) acelera la fermentación de sangrientos impulsos de inmediatez
comunitaria. En todo caso, la aceptación de estos dos presupuestos muy
ajustados -a mi juicio- a la realidad excluye de cualquier análisis geopolítico
sensato tanto a los que, desde la derecha, siguen justificando y alentando el
papel “humanitario” y “estabilizador” de los EEUU contra los “Estados canallas”
como a
los que, desde la izquierda, siguen leyendo ‘cada’ situación como el resultado
de un plan de los EEUU, y frente a ese plan siempre victorioso, ven en Rusia,
China o Irán (¡o en la Siria de Bachar Al-Asad!) un potencial más desinteresado
o más emancipatorio. Como digo, las revoluciones árabes que comenzaron en Túnez
en 2011 han revelado y acelerado la decadencia imperial de EEUU y nada lo
prueba mejor que los casos de Libia y de Iraq-Siria. (…ir a la nota completa)
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