LOS POBRES SON VÍCTIMAS DEL COLONIALISMO INTERNO,
DE
QUIENES UNA VEZ EN EL PODER MANTIENEN
ESTRUCTURAS COLONIALES DEL
PASADO
Escribe
OCTAVIO RODRÍGUEZ ARAUJO (*)
Fuente “La Jornada” de
México .
30 de Octubre 2014
(*) OCTAVIO RODRÍGUEZ ARAUJO (17 de marzo de 1941, Puebla,
México) Periodista. Escritor. Es un intelectual y militante mexicano de izquierda.
Especialista en política mexicana. Doctor en ciencia Política de la
UNAM. Profesor emérito de la Facultad de Ciencias Políticas. Su último libro
es “Derechas y ultraderechas en el
mundo”• Siglo XXI Editores. Ha dicho que: “Una cosa es la democracia en la elección
de un dirigente y otra la democracia en el ejercicio del Gobierno y el Poder”
(NOTA DEL BLOG: Esta entrada y la que sigue, toman un hecho
de violencia, como es la masacre de Ayotzinapa en Mexico,, que la “prensa
seria” no levanta. Vale la pena reparar en esta realidad que, en distinto grado, está en toda nuestra América Lapobre…”)
En México No resuelve nada el cambio de gobernante en Guerrero, como no se ha
resuelto nada en el país con la alternancia PRI-PAN-PRI. El país va de mal a
peor y lo ocurrido en Iguala es sólo una macabra muestra de la
deshonestidad de
los políticos del sistema, independientemente del partido al que pertenezcan.
Todos ellos son cómplices del ejercicio del poder no sólo de espaldas a la
población mayoritaria sino en contra de ésta. El enemigo de ese poder es la
sociedad, y más todavía si protesta. La tragedia de los estudiantes normalistas
y de sus familiares que viven en incertidumbre, ya que no han perdido la
esperanza de que sean encontrados vivos, es una muestra de la descomposición
que impera en las esferas del poder, desde el municipal hasta el nacional. Lo
ocurrido en Iguala no debió pasar, pero ahí está todavía sin que conozcamos
bien a bien los motivos detrás del crimen. Se sabe quiénes fueron los
responsables directos pero no ha quedado claro el móvil. ¿Porque son
criminales? Esto no es
explicación. El país está lleno de gente buena y de
delincuentes. El problema es que éstos llevan la delantera y en su mayoría
quedan impunes, pues los que tienen el poder formal para combatirlos han
demostrado impericia, cuando no han sido sus propiciadores por estrategias
equivocadas. Cuando se gobierna para los grandes capitales, nacionales y
extranjeros, el resto de la población es visto como complemento y a veces como
prescindible: mano de obra, en el mejor de los casos. Por lo mismo, los pobres
no sólo son la negación sistemática del otro, sino las víctimas de un poder
dedicado a privar al otro de todo atributo de humanidad (recordando a Frantz
Fanon). Tolerados pero
incómodos, y todavía peor: carne de cañón, es decir, a
quienes, por pobres, se les expone sin contemplaciones a sufrir cualquier clase
de daño, incluso la muerte. Los pobres, diría Pablo González Casanova, son las
víctimas preferentes del colonialismo interno, de aquellos que una vez en el
poder mantienen y renuevan las estructuras coloniales del pasado para evitar
que esos mismos pobres traten de emanciparse y alcanzar su realización en un
mundo crecientemente desigual. Los principales partidos políticos tienen mucha
de la culpa de lo que es el país en la
actualidad; pero no por ser partidos,
sino porque sus bases están compuestas en mayoría por asimilados, es decir, por
militantes o afiliados que no los usan sino que son usados. Se habla de democracia,
pero esas bases no la exigen en el interior de sus organizaciones, les ceden su
soberanía personal y colectiva a sus dirigentes y luego los obedecen como si
fueran sus empleados o soldados de un ejército civil. La democracia en un
régimen de representación política debe empezar por las mismas organizaciones
que contienden por el poder. (…ir al análisis
completo)
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