NEGLIGENCIA EN
INVESTIGACIONES
DE ENFERMEDADES DE LOS POBRES,
TIENE QUE VER CON LOS BENEFICIOS.
Escribe
XAVIER CAÑO TAMAYO (*)
Fuente “Eco Portal”
16 de octubre 2024
(*) XAVIER
CAÑO TAMAYO es periodista y escritor. Forma parte de la Agencia de Información
Solidaria (AIS) es un servicio de información gratuito de la ONG. Integra el
Centro de Colaboraciones Estrella digital. Periodista, colaborador del Centro
de Colaboraciones Solidarias [Red Voltaire] Especialista en temas de America
Latina y Tercer Mundo; colabora en diversos medios de la prensa alternativa.
En la
vieja Europa se dispara una alarma. Ha llegado el ébola. En Madrid, una
enfermera que cuidó a un sacerdote enfermo de esa fiebre letal
ha contraído la enfermedad. El ébola ha saltado de la empobrecida África a la
desarrollada Europa. Más allá de los miedos de los países desarrollados, ébola,
malaria, sida, cólera, sarampión y el mismo ébola matan en silencio a millones
de personas. Especialmente en África. Millones. Las empresas farmacéuticas no
tienen interés en hallar medicamentos y
vacunas contra las letales enfermedades que azotan a los países pobres. Lo
ratifica el consejero delegado del gigante de los medicamentos, Bayer, Marijn
Dekkers: “Bayer desarrolla medicamentos para los
pacientes occidentales que
pueden permitírselo”. Más claro, agua cristalina. Los pobres no pueden pagar
las medicinas que les curarían y, por tanto, no hay negocio. La mortandad por
enfermedades que castigan sobre todo a países empobrecidos tiene mucho que ver
también con los ‘ajustes estructurales’ a los que obliga el Fondo Monetario
Internacional si los estados africanos, por ejemplo, quieren obtener créditos
del Banco Mundial. Esos ‘ajustes’ son especialmente privatizaciones de lo
público y rebajas de gasto social, especialmente en sanidad. Otra actuación capitalista es crear enfermedades que solo existen
en la codiciosa voluntad del sector farmacéutico. Las farmacéuticas presentan
como enfermedades procesos naturales de la vida
Marijn Dekkers |
humana como menopausia,
timidez, tristeza por hechos o pérdidas dolorosas o pérdida de potencia sexual
a partir de cierta edad. ‘Enfermedades’ que han de medicarse, claro, y no con
fármacos baratos. Para lograr ese engaño universal, cuentan con la persuasión o
soborno de algunos médicos y sobre todo con enormes inversiones en
mercadotecnia y publicidad para enredar al público, haciéndole creer que
problemas vitales normales son patologías que se curan con píldoras. El
psiquiatra estadounidense Allen Frances ha declarado como práctica funesta
también la creciente medicalización de la vida en psiquiatría. Por su parte, el
Nobel de Química de 2009, Thomas Steitz, ha denunciado que “grandes
farmacéuticas han cancelado sus investigaciones de antibióticos porque curan a
la gente y esas empresas no quieren curar a la gente sino vender fármacos que
haya que tomar toda la vida”. Es otro gran fraude de uno de los sectores más
potentes del sistema, el farmacéutico, que muestra claramente su innegable
amoralidad. Que el sector farmacéutico es capitalismo puro lo indica que, en la
lista de las 500 mayores empresas del mundo, los beneficios de las 10 mayores
farmacéuticas superan los de las otras 490 empresas de esa relación.
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