CON EVO
NACE UNA REVOLUCIÓN POLÍTICA Y SOCIAL.
POR PRIMERA VEZ EN LA
HISTORIA BOLIVIANA,
EMPIEZA UN GOBIERNO CON LOS MOVIMIENTOS SOCIALES.
Escribe
ATILIO A. BORON (*)
Fuente
“Página 12”
de Buenos Aires,
13 de Octubre 2014
(*) ATILIO BORON – (ARGENTINA) Economista y
periodista argentino. Analista y politólogo. Director del Programa
Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales (PLED). Premio Internacional de la UNESCO José Martí.
Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2009. Profesor Regular Titular de Teoría
Política y Social, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires
desde 1986. Autor entre otros de “La Filosofía Política Moderna.” Premio al
Pensamiento Crítico otorgado por la Rep.Bolivariana de Venezuela y Columnista en varios medios alternativos. Conferencista
internacional.
La
aplastante victoria de Evo Morales tiene una explicación muy sencilla: ganó
porque su gobierno ha sido, sin duda alguna, el mejor de la convulsionada
historia de Bolivia. “Mejor” quiere decir, por supuesto, que hizo realidad la
gran promesa, tantas veces incumplida, de toda democracia: garantizar el
bienestar material
y espiritual de las grandes mayorías nacionales, de esa
heterogénea masa plebeya oprimida, explotada y humillada por siglos. No se
exagera un ápice si se dice que Evo es el parteaguas de la historia boliviana:
hay una Bolivia antes de su gobierno y otra, distinta y mejor, a partir de su
llegada al Palacio Quemado. Esta nueva Bolivia, cristalizada en el Estado
Plurinacional, enterró definitivamente a la otra: colonial, racista, elitista,
que nada ni nadie podrá resucitar. Un error frecuente es atribuir esta
verdadera proeza histórica a la buena fortuna económica que se habría derramado
sobre Bolivia a partir de los “vientos de cola” de la economía mundial,
ignorando que poco después del ascenso de Evo al
gobierno aquélla entraría en un
ciclo recesivo del cual todavía hoy no ha salido. Sin duda que su gobierno ha
hecho un acertado manejo de la política económica, pero lo que a nuestro juicio
es esencial para explicar su extraordinario liderazgo ha sido el hecho de que
con Evo se desencadena una verdadera revolución política y social cuyo signo
más sobresaliente es la instauración, por primera vez en la historia boliviana,
de un gobierno de los movimientos sociales. El MAS no es un partido en sentido
estricto sino una gran coalición de organizaciones populares de diverso tipo
que a lo largo de estos años se fue ampliando hasta incorporar a su hegemonía a
sectores
“clasemedieros” que en el pasado se habían opuesto fervorosamente al
líder cocalero. Por eso no sorprende que en el proceso revolucionario boliviano
(recordar que la revolución siempre es un proceso, jamás un acto) se hayan
puesto de manifiesto numerosas contradicciones que Alvaro García Linera, el
compañero de fórmula de Evo, las interpretara como las tensiones creativas
propias de toda revolución. Ninguna está exenta de contradicciones, como todo
lo que vive, pero lo que distingue la gestión de Evo fue el hecho de que las
fue resolviendo
correctamente, fortaleciendo el bloque popular y reafirmando su
predominio en el ámbito del Estado. Un presidente que cuando se equivocó –por
ejemplo durante el “gasolinazo” de diciembre del 2010– admitió su error y tras
escuchar la voz de las organizaciones populares anuló el aumento de los
combustibles decretado pocos días antes. Esa infrecuente sensibilidad para oír
la voz del pueblo y responder en consecuencia es lo que explica que Evo haya
conseguido lo que Lula y Dilma no lograron: transformar su mayoría electoral en
hegemonía política, esto es, en capacidad para forjar un nuevo bloque histórico
y construir alianzas cada vez más amplias pero siempre bajo la dirección del
pueblo organizado en los movimientos sociales.
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