miércoles, 5 de noviembre de 2014

¿DERROTA (ELECTORAL) DE LA DERECHA?

HAY MODELOS A CREAR, DE ACUERDO 
A LA REALIDAD DE CADA PAÍS. 
MÁS ALLÁ DE LAS PRESIONES PARA 
UNA RESTAURACIÓN NEOLIBERAL...


Escribe 
ARAM AHARONIAN (*)
Fuente “Rebelión” 
4 de Noviembre 2014.

(*) ARAM AHARONIAN. Periodista y docente uruguayo. Es Magister en Integración Periodista y docente de posgrados (UNLP) Investigador. Director de la revista Question. Exilado por la dictadura uruguaya en 1973, se radi   en Venezuela. Fundador de Telesur, director del Observatorio Comunicación y Democracia (ULAC). Presidente de la Fundación para la Integración Latinoamericana. Columnista en la prensa alternativa  


En los procesos electorales que se vienen dando en Sudamérica, se juega bastante más que el cambio o la continuidad del proyecto político de un gobierno, se juega la definición del mapa geopolítico regional, y es parte de un proceso en
el que debe incluirse la contundente victoria de Evo Morales en Bolivia, la segunda vuelta electoral en Uruguay dentro de un mes, y las elecciones presidenciales en Argentina el año próximo. Días atrás, el Partido de los Trabajadores en Brasil y el Frente Amplio en Uruguay no solo derrotaron el intento de restauración neoliberal, sino también al terror y la manipulación mediáticas del poder empresarial-comunicacional. Siguen presentes las presiones de las desgastadas ideas e inciativas retrógradas para avanzar en acuerdos rápidos de liberalización económica con países desarrollados, sin contemplar la necesidad prioritaria de revertir asimetrías y promover la diversificación productiva para ampliar la inclusión laboral y evitar ahondar la
condicionalidad a mercados mundiales inestables que provoca la dependencia en el mercado mundial a la oferta de productos primarios a las que condenan los tratados de libre comercio. Pareciera que alguno quieren exhumar el cadáver del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), sepultado por los presidentes americanos (con Chávez, Lula, Kirchner como motores) en Mar del Plata en 2005. Quizá más importante que resaltar un triunfo de la izquierda, debiéramos hablar de una derrota de la derecha nacional y global. Poco antes, la aplastante victoria de Evo Morales, hablaba del triunfo del modelo de estado plurinacional, que desterró la Bolivia, racista, colonial y colonizada, clasista, invisibilizadora de las grandes mayorías, hoy convertidas en sujetos (y no meros objetos) de política, de la construcción de
una nueva democracia ya no declamativa sino participativa. En América latina estamos construyendo nuevas democracias, nuevas sociedades. Y no hay un modelo a imitar, sino a crear, de acuerdo a la historia, idiosincrasia, realidad de cada país. Más allá de las presiones para la restauración neoliberal (en nombre de la modernidad y el pragmatismo, muletillas que se pronuncian traición), sino de la socialdemocracia europea (en especial francesa), para abandonar “la locura” del camino al socialismo, más allá de la presión por una mayor injerencia de la diplomacia vaticana entre los movimientos populares. Quizá sea cierto que las políticas de Lula y Dilma en Brasil y sobre todo las de Tabaré Vázquez en Uruguay hayan sido de las más tímidas de los proyectos transformadores en
Latinoamérica, y algunas políticas neoliberales de sus gobiernos progresistas han desilusionado a muchos de sus antiguos simpatizantes y desmoralizado y desmovilizado a otros. En realidad no hay ya una fuerte izquierda en el PT ni el FA, partidos que pagaron el precio de la burocratización, la demovilización popular y la cooptación de los dirigentes sociales para la gestión gubernamental. En Brasil, los movimientos sociales, que llevaron a Lula y a Dilma al poder, perdieron la calle ante la ofensiva social de una derecha fortalecida principalmente por el apoyo del gran capital extranjero y los medios comerciales de comunicación endógenos y extranjeros. Pero hay algo más grave y es el vacío de ideas y propuestas desde la izquierda para salir de la crisis capitalista.

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