ESTADOS UNIDOS PARECE PREFERIR
LOS 9,6 MILL. DE KM/2 Y LOS 1.300 MILL. DE CHINOS
A LOS POCO MÁS DE 17 MILL. DE KM/2
Y 142,5 MILLONES DE CIUDADANOS RUSOS
Escribe
ALFREDO JALIFE-RAHME (*)
Columnista de Internacionales
en “La Jornada”
de Mexico .
16 de Noviembre 2014
(*) ALFREDO JALIFE-RAHME- Escritor y periodista.
Profesor de Ciencias Políticas y Sociales en la Universidad Nacional Autónoma
de México (UNAM). Especialista en relaciones internacionales. Publica
crónicas sobre política internacional en el diario “La Jornada” de Mexico, el semanario “Contralínea” y otros importantes medios del continente. Editorialista y maestro
de postgrado en geopolítica y negocios internacionales de la UNAM. Edito varios
libros de gran éxito editorial, Último publicado: “El Híbrido Mundo
Multipolar: un Enfoque Multidimensional, “(Orfila, 2010)..
Se fractura Eurasia, inmenso territorio que se extiende de
Europa hasta Asia, de casi 53 millones de kilómetros cuadrados –más de la
tercera parte de la tierra firme del planeta– y donde habitan 66 por ciento de
los habitantes terráqueos. En la parte oriental de Eurasia se gesta un
reacomodo entre China y Estados Unidos –superpotencia extra-eurasiática–,
mientras que en su parte occidental –desde el
Mar Negro/Medio-Oriente hasta el
Atlántico Norte, y que quizá incluya su apéndice geopolítico del Golfo de
México, donde empiezan a sobrevolar los bombarderos nucleares rusos– se
intensifica la ominosa colisión entre Estados Unidos y Rusia, que rememora la
guerra fría geopolíticamente bipolar y climáticamente polar por su focalización
en el Ártico. Estados Unidos se obstina, con su etéreo G-2, exclusivo para
China, y desecha un G-3 con Rusia en la fase dramática de “15 días de ajustes".
El hawaiano Obama, educado en su adolescencia en Indonesia, implementa un
elusivo G-2 regional que no se atreve a pronunciar su nombre en la zona
Asia/Pacífico, mientras alienta la balcanización de Europa (fuck Europe,
Victoria Nuland, asistente del
Departamento de Estado, dixit) a expensas de la
martirizada Ucrania con el fin de impedir el acercamiento de Alemania tanto con
Rusia como con China y, de paso, fracturar el eje virtual Berlín-Moscú-Pekín
como nuevo centro de gravedad de la geoestratégia del siglo 21. No pudo ser más ilustrativo el trayecto de las
transcendentales cumbres de los 15 días de ajustes desde China –Cumbre APEC–
pasando por Myanmar (la antigua Birmania/Burma) –Cumbres del Este de Asia y de
Estados Unidos/ASEAN– hasta Australia, feudo de la anglósfera –Cumbre del G-20.
China, hoy la primera superpotencia geoeconómica global, que acaba de desplazar
a Estados Unidos del primer sitial, dispone de 4 millones de millones de
dólares en reservas de divisas, de las que carece Estados Unidos, y que puede
invertir generosamente
con sus vecinos del ASEAN (10 Naciones del Sudeste
Asiático). Según Shanghái Daily, China ofreció 20 mil millones de dólares en
préstamos a los 10 países del ASEAN. Hoy las bombas
nucleares son bombas geoeconómicas. En la APEC, el mandarín Xi brilló
intensamente en su reacomodo con Estados Unidos (sumado atrás por la
anglósfera), donde coincidieron en el acuerdo histórico sobre el cambio
climático que entierra de facto el Protocolo de Kyoto –firmado por Clinton,
pero sin ser aprobado por el Congreso de Estados Unidos por su elevado costo– y
da pie al cronograma Lima/París en el lapso de un año. Más allá de los
ditirambos de la prensa anglosajona sobre el triunfo descolgado por Obama en la
APEC –que prácticamente dan a entender el asentamiento del condominio de un G-2
secreto–, siguen fluyendo diversas interpretaciones como la oficial de
Alemania, de la Deutsche Welle (DW), y la propia de los chinos.
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