NO VINO AL FIN CERVANTES, PERO NOS HEREDÓ
UNA LENGUA EN
ESTADO DE PERPETUA INVENCIÓN.
¿CUÁNTAS LENGUAS HABLAMOS,
CUÁNTAS LENGUAS
TENEMOS?
Escribe
SERGIO RAMÍREZ (*)
Columnista en “La
Jornada” de Mexico -
12 de Diciembre 2014
(*) SERGIO RAMIREZ – (Nicaragua, Masatape, 1942), Escritor,
abogado, periodista y político nicaragüense. Fue vicepresidente de su país
entre 1986 y 1990 durante el mandato de Daniel Ortega. En el gobierno de
Violeta Chamorro, fue legislador. Se graduó en Leyes por la Universidad
Nacional Autónoma de León. En Costa Rica fundo revista “Repertorio” Integro la
lucha contra el dictador Somoza, desde el FSLN.
Ha sido analista político internacional, autor de varios libros- se consagró
internacionalmente en 1998 cuando ganó el Premio Alfaguara. Referente en la
joven historia del continente
En América quedamos esperando a Cervantes. Habría venido, si
Felipe II atiende su petición del 21 de mayo de 1590 de hacerle merced de un
oficio en las Indias de los tres a cuatro que al presente están vacantes, que
es uno la contaduría del Nuevo Reino de Granada, o la Gobernación de la
Provincia de Soconusco en
Guatemala, contador de las galeras de Cartagena, o
corregidor de la ciudad de La Paz. De haberse escrito El Quijote en América,
imaginemos al hidalgo manchego cabalgando por los páramos de la cordillera
oriental de los Andes, o por la planicie costera de Chiapas, o haciendo
estaciones en el ardiente litoral del Caribe cartagenero, o subiendo las
alturas del altiplano andino, en el techo americano del mundo, como subió por
las estribaciones de la sierra Morena en busca de la cueva de Montesinos. Sí
vino a nosotros el inquieto y astuto don Pablos, ejemplo de vagamundos y espejo
de tacaños, criatura de don Francisco de Quevedo en la Historia de la vida del
Buscón, que se pasó a las Indias con la Grajales a ver si mudando mundo y
tierra mejoraría su suerte; Y fueme peor, como v.m. verá en la segunda parte,
pues nunca mejora su estado quien muda
solamente de lugar, y no de vida y costumbres,
declara, y promete explicarlo en esa segunda parte que ya nunca se escribió, y
por tanto no sabremos en qué tierras de estas tuvo su morada. Pícaros y
buscones trasplantados por la lengua, no en balde Mulata de tal, la novela de
Miguel Ángel Asturias, empieza con la entrada de Celestino Yumí a la iglesia de
San Martín Chile Verde, en plena misa mayor de fiesta patronal cantada por tres
curas gordos; y entra a la iglesia con la bragueta abierta, porque así se lo ha
ordenado el diablo Tazol, con quien anda en pactos, sin duda hermano del diablo
Cojuelo, que levantaba los techos de Madrid para exponer delante de don Cleofás
los lances y liviandades que ocurrían en los aposentos. Oigan esos ecos
cantarines, esas parrafadas que terminan
atropellando en un solo sostenido las
palabras mutiladas. Son los mismos dejes, los mismos acentos que oímos en
Caracas y oiremos en Barranquilla, en Maracaibo, y que seguiremos oyendo en
Veracruz, en Panamá, en Santo Domingo, en La Habana, en San Juan, en Managua,
una sílaba comida de más, quizás, una entonación risueña, un registro más alto,
una muletilla esplendorosa, tan sólo como leves distinciones de un mismo cantar
en el que suenan, a lo lejos, los tambores africanos que los esclavos
escuchaban en lo hondo de sus sueños, hacinados en los barcos que los traían
desde Guinea y desde El Congo.somos hijos de la exageración que no podemos
expresar sino en palabras. Hijos también de revoluciones, como yo lo soy, que
son otra forma de la exageración. Cataclismos que cambian para siempre el
paisaje y luego vuelven a la nada, pero antes convierten en codiciosos a
quienes una vez estuvieron dispuestos a sacrificarlo todo,…
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completa)
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