jueves, 4 de diciembre de 2014

LOS NEGROS Y LOS ESTUDIANTES

EN MÉXICO NO SON LOS NEGROS, SON LOS JÓVENES. 
LAS MUJERES JÓVENES, LAS MATAN EN LA FRONTERA NORTE; 
VARONES JÓVENES QUE NO SE PLIEGAN AL NARCO, EN EL SUR


Escribe  SANDRA RUSSO (*) 
 Columnista en “Página 12” 
Buenos Aires, Argentina.
http://www.pagina12.com.ar/  
3 de Diciembre 2014

(*) SANDRA RUSSO (Argentina) Periodista en la prensa escrita, radial y TV. Columnista en “Pagina 12” en temas económicos y políticos, entre otros medios. Escritora. En su libros figura una biografía a la presidente  “La presidenta, historia de una vida ”. (Ed Sudamericana) originada en cuatro entrevistas con la Presidente (las únicas que concedió desde su llegada al Gobierno). El libro lideró ranking de ventas varios meses.


No en todas las épocas, al menos no con tanta intensidad, se puede todos los días leer entrelíneas un diario global –uno de sus aspectos, sobre todo: el opaco– uniendo algo que pasa en México con otra cosa que pasa en España con otra cosa
Michael Brown
que alguien dice en China con otra cosa que estalla en Estados Unidos, u otra cosa que es “noticia” en la Argentina. En un mundo global la explicación es global y la escena también. A propósito del tema de los antagonismos, el jefe de campaña de Podemos, Iñigo Errejón, hizo una aclaración  que bien viene a cuento de lo que iba a pasar unos días después en Ferguson, Estados Unidos. “Quiero aclarar esto porque alguien puede estar preguntándose bueno, ¿y por qué dicotomizar? ¿Por qué no podemos seguir viviendo reconciliados? ¿Por qué tienen ustedes la voluntad de dividir a la sociedad? Hay que explicarlo, porque si no parece una pura voluntad guerrerista, y no, no, no se trata de una voluntad de romper. Se trata de que igual que todo régimen se constituye invisibilizando algunos dolores,
sólo la emergencia de esos dolores en un plano nuevo, en una dicotomización nueva –que la hay en toda política transformadora–, permite a alguien poner sobre la mesa su dolor, y hablar de aquello que le dolía pero que no podía expresar políticamente.”  Pocos días más tarde ardió Ferguson, donde un fiscal, después de escuchar a un jurado compuesto por nueve blancos y tres negros, les dio más verosimilitud a los testigos blancos y decidió no levantar cargos contra el policía Darren Wilson, quien en mayo acribilló de seis balazos al adolescente Michael Brown. Ardió Ferguson y siguieron ardiendo cada vez más ciudades, en protestas que a todas luces no reflejaban solamente la injusticia contra Michael

Brown, sino que dejaban emerger la sensación colectiva de impotencia frente a un statu quo que una vez y otra vez y siempre y cada vez victimiza a los negros y naturaliza esa victimización. Un párrafo entre paréntesis para mencionar a Ayotzinapa. No hay que dejar de hablar de Ayotzinapa. Podría decirse lo mismo, pescar la misma estructura de hartazgo intolerable y emergente frente a la situación de victimización imparable de sectores destinados al sacrificio. En México no son los negros, son los jóvenes. Las mujeres jóvenes, a las que matan en la


frontera norte, y los varones jóvenes que no se pliegan al reclutamiento narco, en 
el sur. Los 43 de Ayotzinapa son apenas 43 entre miles y miles por los que vergonzosamente nadie habló. Preguntar por los 43 equivale a preguntar por los otros 20.000.) Una crónica magnífica sobre Ferguson, que la periodista norteamericana Amy Goodman, junto a Denis Moynihan, publicó en Democracy Now esta semana, abría con una cita de Martin Luther King, pronunciada en marzo de 1968, tres semanas antes de ser asesinado: “Mientras se siga postergando la justicia, siempre estaremos al borde de estas noches oscuras de disturbios sociales”.    

No hay comentarios: