ENTRE
2010 Y 2012, LAS DONACIONES PARA HAITÍ
ALCANZARON LA CIFRA DE 6,43 BILLONES DE DÓLARES.
SÓLO
EL 9% PASÓ POR EL GOBIERNO LOCAL.
Escribe
FABRIZIO LORUSSO (*)
Periodista radicado en México.
Fuente “Rebelión”
9 de enero 2015
(*)
FABRIZIO LORUSSO- (Italia- Milán 1977) Periodista italiano, radicado en Ciudad de Mexico. Se dedica a la
docencia. Redactor de la revista On Line literaria y política “Carmille”. Colaborador habitual del diario
“La Jornada”de Mexico,”Rebelión” y otros medios. Algunos de sus últimos
trabajos: “La sombra del ejército sobre Ayotzinapa” “Haití, las elecciones y la MINUSTAH, de los
orígenes al cólera” “La moda del miedo y el diseño de la intolerancia” Mantiene el
Blog “Santa Muerte Patrona” en WordPress
Azotado
de manera brutal por un sismo de 7.3 grados Richter en 2010, Haití ha vivido en
la miseria en los últimos cinco años. Las donaciones acudieron pero los fondos fueron para construir hoteles
de lujo. El país sigue en la misma pobreza. El
presidente Michel Martelly "suspendió" el parlamento este 13 de enero y ahora gobernará por decreto. La gestión del 91 % de los 6,43 billones de las donaciones fue para la “Comisión Interina para la Reconstrucción de Haití” (CIRH), presidida por el ex presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, Por tanto, es claro saber quién manda en el uso de ese dineral: Mr. Bill Clinton. En 2012, cuando millones de personas vivía en las carpas, el “fondo humanitario” de los ex presidentes Clinton y George W. Bush construyó el hotel de cinco estrellas “Royal Oasis”. Un año después, la Corporación
Financiera Internacional (IFC),
parte del grupo del Banco Mundial, optó por financiar otro nuevo Hotel Marriott. La estadunidense Best
Western y la española Occidental Hotels & Resorts “resurgirán” por el bienestar turístico de la isla. Las
donaciones sirven como engranajes para abrir nuevos mercados, atractivos para
las trasnacionales y para algunas firmas de la élite nacional, incluyendo una fuerza laboral competitiva, la
proximidad de grandes mercados y atractivos turísticos según Ary Naim,
representante de la IFC en el país caribeño. Su frase sonaría cínica para
muchos haitianos, ya que una situación laboral “competitiva” significa, para
presidente Michel Martelly "suspendió" el parlamento este 13 de enero y ahora gobernará por decreto. La gestión del 91 % de los 6,43 billones de las donaciones fue para la “Comisión Interina para la Reconstrucción de Haití” (CIRH), presidida por el ex presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, Por tanto, es claro saber quién manda en el uso de ese dineral: Mr. Bill Clinton. En 2012, cuando millones de personas vivía en las carpas, el “fondo humanitario” de los ex presidentes Clinton y George W. Bush construyó el hotel de cinco estrellas “Royal Oasis”. Un año después, la Corporación
...hotelito nuevo... |
muchos de ellos, sweatshops, o sea “fábricas miserables” —implantadas por
inversionistas estadunidenses— poco proclives a respetar las normas sobre el
salario mínimo nacional de cuatro dólares y medio (ya de por sí muy bajo) y en
las que trabajan bajo un régimen de sobreexplotación. En 2014 y 2015, con cerca
de 140 mil personas todavía dispersas en 243 campos, la inversión internacional
no apunta a los proyectos hoteleros y a la expropiación y privatización de las
costas e islas haitianas. En la
actualidad 80% de los diez millones de haitianos vive en la pobreza, con un
salario mínimo de 4.5 dólares al día, que muchas empresas no quieren pagar.
Veinte por ciento de los niños
padece desnutrición, un millón y medio de
personas pasa hambre y 6.7 millones tienen dificultades para cubrir su
necesidades nutricionales básicas. En cambio, se minimizan las culpas de gobiernos y agencias extranjeras
que se reparten donaciones, programas y prebendas, y de las multinacionales que
dominan la economía de la isla. Lo mismo pasa con el papel de la corrupción e ineptitud de la élite
política nacional, aliada con la de las potenc ias: “Haití tiene las condiciones fundamentales para un
crecimiento económico sostenido, incluyendo una fuerza laboral competitiva, la
proximidad de grandes mercados y atractivos turísticos y culturales únicos”,
según Ary Naim, representante de la IFC en el país caribeño. Su frase sonaría
cínica para muchos haitianos, ya que una situación laboral “competitiva”
significa, para
muchos de ellos, sweatshops, o sea “fábricas miserables”
—implantadas por inversionistas estadunidenses— sobre el salario mínimo
nacional de cuatro dólares y medio (ya de por sí muy bajo) y en las que
trabajan bajo un régimen de sobreexplotación. También la militarización de Haití es un hecho incontrovertible y
poco mencionado. La comunidad internacional ha preferido invertir en misiones armadas, y no en el desarrollo y la democratización cinco años no son nada… |
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