EN LAS
CALLES DE NUEVA YORK, 58 MIL 284
INDIGENTES
SEGÚN EL CÁLCULO OFICIAL MÁS RECIENTE
ENFRENTAN FRÍO EXTREMO 16.5 GRADOS BAJO CERO
Escribe
DAVID BROOKS (*)
Corresponsal en EE.UU. de
“La Jornada” de Mexico
23 de
febrero 2015
(*)
DAVID BROOKS (Toronto, 1961), periodista y escritor canadiense-estadounidense
especializado en política. Escribe en el New York Times y en PBS. Corresponsal
de “La Jornada” de México en EE UU. Responsable de la página editorial del Wall
Street Journal, y del Weekly Standard . Autor entre otros de:”En el Paraíso Drive: ¿Cómo vivimos ahora” (2004), “Bobos in Paradise: La nueva clase
superior y cómo llegaron allí” (2000) y “El Animal Social” (2011), grandes
éxitos editoriales.
Hay
semanas en que los dioses se burlan de los tontos, algunos pequeños, otros con
gran poder, tal vez sólo para entretener o dar un poco de alivio a los demás
que tienen que atestiguar, aguantar o pagar las consecuencias de sus tonterías,
y a veces los dioses parecen divertirse con crueldades que aún no detonan una
respuesta suficientemente humana. Por ejemplo, el presidente de la cámara baja
del Congreso federal, el republicano John Boehner, se dedicaba a promover un
proyecto de ley que aprueba un oleoducto para transportar el combustible de las
arenas petroleras en Canadá a Texas, o sea, uno de los hidrocarburos que más
contribuyen al calentamiento global. En su apasionada defensa de esta obra,
denunció a opositores del proyecto como extremistas de izquierda marginales y
anarquistas. Por cierto, el cambio climático tiene sus promotores. Un
influyente sector de políticos, empresarios multimillonarios y la industria de
hidrocarburos dedican millones a su causa, lo que incluye contratar a un elenco
de expertos que se ganan la vida al servicio de estos intereses, presentándose
ante medios y foros, poniendo en duda que existe el calentamiento global. Por
ejemplo está el caso de Wei-Hock Soon, científico asociado con Harvard, que ha
sido una de las figuras más prominentes encargadas de sembrar dudas sobre los
efectos de los gases que contribuyen al efecto invernadero. El científico,
revelaron documentos obtenidos por Greenpeace, ha aceptado más de 1.2 millones
de dólares de la
industria energética, algo que jamás divulgó en todos sus
trabajos académicos y sus ponencias ante el Congreso y otros foros. A pesar del
consenso abrumador de la comunidad científica nacional e internacional, de
hechos comprobados como que 2014 fue el año más caliente jamás registrado, y de
fenómenos climáticos cada vez más feroces –sequías, inundaciones, tormentas,
frío extremo, cambios en los océanos y en los polos–, líderes republicanos,
entre otros, rechazan todo esto mientras sus ciudadanos sufren cada vez más de
las consecuencias de este fenómeno. Hablando de clima, en las calles de Nueva
York, una cifra récord de personas sin techo –58 mil 284, según el cálculo
oficial más reciente– enfrentan condiciones polares mientras los ricos
continúan construyendo edificios de lujo. La semana
pasada, las autoridades
proclamaron código azul, es decir, que los albergues están obligados a aceptar
a todo sin techo que huye de las condiciones inclementes; la temperatura bajó a
16.5 grados bajo cero un día. Decenas, tal vez cientos, de departamentos de
lujo están vacíos, sus dueños los compran más como inversión que para vivir.
Todos tienen calefacción, pero nadie que lo agradezca. El número de armas en
manos privadas en este país alcanza para que cada adulto tenga una; hay líderes
del país más poderoso y contaminante del mundo que continúan promoviendo la
destrucción del planeta; hay los que promueven la ignorancia como si fuera acto
patriótico, y los que se benefician con mantener la peor desigualdad económica
en casi un siglo al controlar cada vez más el llamado proceso democrático para
sus fines privados. Ante todo esto, algunos somos reducidos a emitir ya ni
palabras sino sólo sonidos como ay, ja ja, y uf.
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