sábado, 14 de febrero de 2015

CUBA-EL 17D: SECUENCIAS Y CONSECUENCIAS

EL PASO DECISIVO HASTA AHORA ES EL ACUERDO 
PARA ESTABLECER RELACIONES DIPLOMÁTICAS. 
EN PRINCIPIO SIMBOLIZA CAMBIO PROFUNDO EN LA
 POLÍTICA de los ESTADOS UNIDOS.
  ENTREVISTA al 
Prof. WILLIAM LEOGRANDE (*)   

Fuente: 
Revista “Temas” 
Publica “VISIONES ALTERNATIVAS” 
12 de febrero 2015

(*) WILLIAM M. LEOGRANDE. es profesor de Gobierno y ex decano de la Escuela de Asuntos Públicos de la American University. Él es un experto en América Latina.


Con el fin de seguir contribuyendo a la comprensión de la relación Estados Unidos-Cuba, la revista “Temas” sometió a un selecto grupo de investigadores de ambas orillas este breve cuestionario, dirigido a estimar los desafíos del 17D y sus posibles secuencias, a corto y mediano plazos. Se inicia la publicación de esta serie en Catalejo, el blog de Temas, el 5 de enero, vísperas del aniversario 54 de la ruptura de relaciones diplomáticas. Con la intención de ampliar su alcance internacional, el contenido de esta serie comenzará a editarse también en inglés en los próximos días. En esta ocasión: William Leogrande. Profesor. American University, Washington DC.
¿CUÁL ES EL SIGNIFICADO DE LAS NUEVAS POLÍTICAS ENTRE LOS ESTADOS UNIDOS Y CUBA? ¿CUÁLES SON LAS MEDIDAS DECISIVAS ADOPTADAS DE AMBAS PARTES? ¿QUÉ PRÓXIMOS PASOS SERÍAN CLAVE? - La nueva relación entre Cuba y los Estados Unidos, anunciada por los presidentes Obama y Castro, representa una ruptura decisiva con el pasado. Desde 1959 (con excepción de los breves intentos por normalizar relaciones en los años 70), la política norteamericana se dirigió a forzar el cambio de régimen en Cuba mediante la coacción económica y, en ocasiones, incluso militar. El presidente Obama abandonó esta política y la sustituyó por el compromiso y la normalidad. Los próximos pasos incluyen establecer una serie de acuerdos bilaterales sobre cuestiones de interés mutuo (antidrogas, antiterrorismo, cooperación entre guardacostas, etc.), que estaban suspendidas por el impasse en torno a Alan Gross y los Cinco cubanos. A partir de aquí enfrentamos la difícil tarea de terminar el embargo, núcleo de la vieja política de coacción norteamericana. Este cambio requiere una nueva legislación; y será difícil, tanto por la resistencia de

un Congreso republicano, como porque ambas partes deben alcanzar un acuerdo negociado sobre la compensación a las propiedades norteamericana nacionalizadas y las reclamaciones cubanas por los daños causados por el embargo y la guerra secreta de la CIA. Finalmente, otras políticas norteamericanas que representan rezagos del pasado requerirían cambiarse: Radio y TV Martí, los programas de promoción de la democracia, el Programa de Visas Bajo Palabra para Profesionales de la Medicina, y la base naval de Guantánamo. El ejercicio de la política en los Estados Unidos y en Cuba estuvo


condicionado por una confrontación permanente, el uso de la coacción por el primero, la situación de fortaleza sitiada de la segunda. ¿Cuánto cambiará ese cuadro a partir de las nuevas relaciones? ¿Qué caminos se deberían tomar para hacerlas avanzar; con qué ritmos? Cincuenta años de enfrentamientos han creado una profunda desconfianza en ambos lados, que tomará tiempo superar. A nivel interno en los Estados Unidos, la normalización de relaciones reducirá el poder político de los conservadores cubanoamericanos que han gozado del beneficio de la confrontación. Reforzará a los sectores moderados y progresistas de la comunidad cubanoamericana, que favorecen mejores relaciones y cuyas voces se han hecho sentir más en los años recientes. En Cuba, la amenaza planteada por los Estados Unidos ha fundamentado la lógica de un sistema

político que, de arriba abajo, ha sido intolerante con el disentimiento e incluso receloso de la crítica patriótica. El resultado ha sido un inadecuado “falso consenso”, que dificulta un debate profundo de los problemas y entorpece sus soluciones. Cuba ha tenido una mentalidad de fortaleza sitiada porque ha estado bajo asedio. Quizás la normalización de relaciones entre Cuba y los Estados Unidos conduzca hacia una normalización del debate político y la discrepancia en Cuba. Resulta
evidente que una causa del cambio en la política norteamericana fue la presión de América Latina. La tensa relación entre los Estados Unidos y el resto del hemisferio en torno a la cuestión de Cuba amenazaba con afectar el proceso de la Cumbre y quizás incluso al sistema interamericano en su conjunto. Al cambiar la política hacia Cuba, Obama ha restaurado el prestigio norteamericano y su liderazgo en el hemisferio. La nueva relación entre Cuba y los Estados Unidos también puede acelerar la reintegración de Cuba a la  comunidad interamericana, proceso ya muy avanzado, como han demostrado su papel en CELAC, ALBA y el CARICOM.    

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