NADA ES MÁS IMPORTANTE QUE EL AGUA.
ELLA PERMITIRÁ LA
SUPERVIVENCIA
DE LA CADENA DE LA VIDA. PODRÁ
SER
MOTIVO DE GUERRA, COMO
DE COOPERACIÓN ENTRE LOS PUEBLOS...
Escribe
LEONARDO BOFF (*)
Fuente Web del autor
Viernes 13 de febrero 2015
(*)LEONARDO
BOFF (BRASIL) Teólogo, filósofo y escritor Uno de los fundadores de la Teología
de la Liberación. en 1985, la Congregación para la Doctrina de la Fe, dirigida
por el Cardenal Ratzinger (ex Papa) le silenció por un año por su libro “La
Iglesia, Carisma y Poder” . Profesor de ética y filosofía en Brasil.
Conferencista en muchas universidades, como Heidelberg, Harvard, Salamanca,
Barcelona, Lund, Lovaina, París, Oslo, Turín entre otras. Escribió más de 100
libros, traducidos a diversas lenguas. En 1997, el Parlamento Sueco le otorgó
el premio Right Livelihood.
La situación actual de
grave escasez de agua potable, que afecta a buena parte del sudeste brasilero
donde se sitúan las grandes ciudades como São Paulo, Río de Janeiro y Belo
Horizonte, nos obliga como nunca antes a repensar la cuestión del agua y a
desarrollar una cultura del cuidado de la mano de sus famosas erres
«r»:
reducir, reusar, reciclar, respetar y reforestar Ninguna cuestión es hoy día
más importante que la del agua. De ella depende la supervivencia de toda la
cadena de la vida y, consecuentemente, nuestro propio futuro. Ella puede ser
motivo tanto de guerra como de solidaridad social y cooperación entre los
pueblos. Especialistas y grupos humanistas ya han sugerido un pacto social
mundial en torno a aquello que es vital para todos: el agua. En torno al agua
se crearía un consenso mínimo entre todos, pueblos y gobiernos, con vistas a un
bien común, nuestro y del sistema-vida. Más allá de las discusiones sobre el
tema del agua, podemos hacer una afirmación segura e indiscutible: el agua es
un bien natural, vital, insustituible y común. Ningún ser vivo, humano o no,
puede vivir sin agua. El 21 de julio de 2010, la ONU aprobó esta resolución: el
agua
potable y segura y el saneamiento básico constituyen un derecho humano
esencial. Consideremos rápidamente los datos básicos sobre el agua en el
planeta Tierra: el agua existe desde hace ya 500 millones de años; el 97,5% de
las aguas de los mares y de los océanos son saladas. Solamente el 2,5% son dulces.
Pero 2/3 de esas aguas dulces se encuentra en los casquetes polares y glaciares
y en la cumbre de las montañas (68,9%); casi todo lo restante (29,9%) son aguas
subterráneas. Queda un 0,9% en los pantanos y apenas un 0,3% en los ríos y
lagos. De este 0,3%, el 70% se destina a la irrigación en la agricultura, el
20% a la industria y queda apenas el 10% de este 0,3% para uso humano y para
dar de beber a los animales. Existen en el planeta cerca de 1.360 millones de
km cúbicos
Aldo Rabouças |
de agua. Si tomásemos toda el agua de los océanos, lagos, ríos,
acuíferos y casquetes polares y la distribuyésemos equitativamente sobre la
superficie terrestre, la Tierra quedaría sumergida debajo de una capa de agua
de tres km de profundidad. La renovación de las aguas es del orden de 43 mil km
cúbicos por año, mientras que el consumo total se estima en 6 mil km cúbicos
por año. Por lo tanto no hay falta de agua. El problema es que se encuentra
desigualmente distribuida: el 60% en solamente 9 países, mientras otros 80 se
enfrentan a la escasez. Poco menos de mil millones de personas consumen el 86%
del agua existente mientras que para 1,4 miles de millones es insuficiente (en
2020 serán tres mil millones) y para dos mil millones no está tratada, lo que
genera el 85% de las enfermedades según la OMS. Se presume que en el 2032 cerca
de 5 mil millones de personas estarán afectadas por la escasez de agua. Brasil
es la potencia natural de las aguas, con el 12% de
Maude Barlow |
toda el agua dulce del
planeta, que suma 5,4 billones de metros cúbicos. Pero está desigualmente
distribuida: el 72% en la región amazónica, el 16% en el Centro-Oeste, el 8% en
el Sur y en el Sureste y el 4% en el Nordeste. A pesar de la abundancia, no
sabemos usar el agua, pues el 37% de la tratada es desperdiciada, lo que daría
para abastecer a toda Francia, Bélgica, Suiza y norte de Italia. Es urgente,
por tanto, un nuevo patrón cultural en relación a ese bien tan esencial (cf. el
estudio más minucioso organizado por el recordado Aldo Rabouças, Aguas doces no
Brasil: Escrituras, SP 2002). Una gran especialista del agua que trabaja en los
organismos de la ONU sobre el tema, la canadiense Maude Barlow, afirma en su
libro Agua: pacto azul (2009): «La población global se triplicó en el siglo XX
pero el consumo de agua aumentó siete veces. En 2050, cuando tengamos 3 mil
millones más de personas, necesitaremos un 80% más de agua solamente para uso
humano; y no sabemos de dónde vendrá». Ese escenario es dramático, pues pone
claramente en jaque la supervivencia de la especie humana.
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