sábado, 14 de febrero de 2015

AGUA EN EL MUNDO Y SU ESCASEZ EN BRASIL

NADA ES  MÁS IMPORTANTE QUE EL AGUA. 
ELLA PERMITIRÁ LA SUPERVIVENCIA 
DE  LA CADENA DE LA VIDA. PODRÁ SER 
MOTIVO DE GUERRA, COMO 
DE COOPERACIÓN ENTRE LOS PUEBLOS...

Escribe 
LEONARDO BOFF (*) 
Fuente Web del autor 
Viernes 13 de febrero 2015

(*)LEONARDO BOFF (BRASIL) Teólogo, filósofo y escritor Uno de los fundadores de la Teología de la Liberación. en 1985, la Congregación para la Doctrina de la Fe, dirigida por el Cardenal Ratzinger (ex Papa) le silenció por un año por su libro “La Iglesia, Carisma y Poder” . Profesor de ética y filosofía en Brasil. Conferencista en muchas universidades, como Heidelberg, Harvard, Salamanca, Barcelona, Lund, Lovaina, París, Oslo, Turín entre otras. Escribió más de 100 libros, traducidos a diversas lenguas. En 1997, el Parlamento Sueco le otorgó el premio Right Livelihood.


 La situación actual de grave escasez de agua potable, que afecta a buena parte del sudeste brasilero donde se sitúan las grandes ciudades como São Paulo, Río de Janeiro y Belo Horizonte, nos obliga como nunca antes a repensar la cuestión del agua y a desarrollar una cultura del cuidado de la mano de sus famosas erres
«r»: reducir, reusar, reciclar, respetar y reforestar Ninguna cuestión es hoy día más importante que la del agua. De ella depende la supervivencia de toda la cadena de la vida y, consecuentemente, nuestro propio futuro. Ella puede ser motivo tanto de guerra como de solidaridad social y cooperación entre los pueblos. Especialistas y grupos humanistas ya han sugerido un pacto social mundial en torno a aquello que es vital para todos: el agua. En torno al agua se crearía un consenso mínimo entre todos, pueblos y gobiernos, con vistas a un bien común, nuestro y del sistema-vida. Más allá de las discusiones sobre el tema del agua, podemos hacer una afirmación segura e indiscutible: el agua es un bien natural, vital, insustituible y común. Ningún ser vivo, humano o no, puede vivir sin agua. El 21 de julio de 2010, la ONU aprobó esta resolución: el agua

potable y segura y el saneamiento básico constituyen un derecho humano esencial. Consideremos rápidamente los datos básicos sobre el agua en el planeta Tierra: el agua existe desde hace ya 500 millones de años; el 97,5% de las aguas de los mares y de los océanos son saladas. Solamente el 2,5% son dulces. Pero 2/3 de esas aguas dulces se encuentra en los casquetes polares y glaciares y en la cumbre de las montañas (68,9%); casi todo lo restante (29,9%) son aguas subterráneas. Queda un 0,9% en los pantanos y apenas un 0,3% en los ríos y lagos. De este 0,3%, el 70% se destina a la irrigación en la agricultura, el 20% a la industria y queda apenas el 10% de este 0,3% para uso humano y para dar de beber a los animales. Existen en el planeta cerca de 1.360 millones de km cúbicos 
Aldo Rabouças
de agua. Si tomásemos toda el agua de los océanos, lagos, ríos, acuíferos y casquetes polares y la distribuyésemos equitativamente sobre la superficie terrestre, la Tierra quedaría sumergida debajo de una capa de agua de tres km de profundidad. La renovación de las aguas es del orden de 43 mil km cúbicos por año, mientras que el consumo total se estima en 6 mil km cúbicos por año. Por lo tanto no hay falta de agua. El problema es que se encuentra desigualmente distribuida: el 60% en solamente 9 países, mientras otros 80 se enfrentan a la escasez. Poco menos de mil millones de personas consumen el 86% del agua existente mientras que para 1,4 miles de millones es insuficiente (en 2020 serán tres mil millones) y para dos mil millones no está tratada, lo que genera el 85% de las enfermedades según la OMS. Se presume que en el 2032 cerca de 5 mil millones de personas estarán afectadas por la escasez de agua. Brasil es la potencia natural de las aguas, con el 12% de 
Maude Barlow
toda el agua dulce del planeta, que suma 5,4 billones de metros cúbicos. Pero está desigualmente distribuida: el 72% en la región amazónica, el 16% en el Centro-Oeste, el 8% en el Sur y en el Sureste y el 4% en el Nordeste. A pesar de la abundancia, no sabemos usar el agua, pues el 37% de la tratada es desperdiciada, lo que daría para abastecer a toda Francia, Bélgica, Suiza y norte de Italia. Es urgente, por tanto, un nuevo patrón cultural en relación a ese bien tan esencial (cf. el estudio más minucioso organizado por el recordado Aldo Rabouças, Aguas doces no Brasil: Escrituras, SP 2002). Una gran especialista del agua que trabaja en los organismos de la ONU sobre el tema, la canadiense Maude Barlow, afirma en su libro Agua: pacto azul (2009): «La población global se triplicó en el siglo XX pero el consumo de agua aumentó siete veces. En 2050, cuando tengamos 3 mil millones más de personas, necesitaremos un 80% más de agua solamente para uso humano; y no sabemos de dónde vendrá». Ese escenario es dramático, pues pone claramente en jaque la supervivencia de la especie humana.    

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