MEGABANCOS DE WALL
STREET –NO ES ASUNTO DE BANQUITOS–
PRESTAN GRANDES CANTIDADES (EN BASE A LAS RESERVAS)
LO CUAL INCREMENTÓ LOS NIVELES DE DEUDA.
Escribe
ALFREDO JALIFE-RAHME (*)
Columnista de Internacionales
en “La Jornada” de
Mexico
11 de febrero 2015
(*) ALFREDO JALIFE-RAHME- Escritor y periodista. Profesor de
Ciencias Políticas y Sociales en la Universidad Nacional Autónoma de México
(UNAM). Especialista en relaciones internacionales. Publica crónicas sobre
política internacional en el diario “La Jornada” de Mexico, el semanario “Contralínea” y otros importantes medios del continente.
Editorialista y maestro de postgrado en geopolítica y negocios internacionales
de la UNAM. Edito varios libros de gran
éxito editorial, Último publicado: “El Híbrido Mundo Multipolar: un Enfoque
Multidimensional, “(Orfila, 2010)
Después
de cuatro años de encontrarse en alrededor de 100 dólares el barril, hace siete
y medio meses su precio se desplomó en forma dramática 50 por ciento. En enero
el abasto global se ubicó en 94.1 millones de barriles al día. El Bank of
International Settlements (BIS, por sus siglas en inglés) –el banco central de
los bancos centrales, con sede en Basilea (Suiza) y sucursales en Hong Kong y
México (sic)–, atribuye el desplome a los hedge funds (fondos de cobertura de
riesgo) del mercado de los derivados financieros. Ninguna
novedad: en mi libro "Los cinco precios del petróleo", de hace nueve años, abordé
el factor financierista lo cual refrendé
en mi reciente entrevista a "Hispan Tv". En el consejo directivo del BIS –60
miembros, entre ellos la Reserva Federal, el Banco de Israel y el Banco de
México– aparece Agustín Carstens . BIS considera que los
cambios en la producción y el consumo no explican en forma satisfactoria el
colapso abrupto en el precio. Rememora que en 1996 y 2008, los dos últimos
episodios de declinación comparable del precio fueron asociados con tangibles
reducciones del consumo del petróleo y, en 1996, con una expansión
significativa de la producción. El
contraste desde 2014 es tangible, lapso en el que la producción de petróleo es
cercana a las expectativas previas, cuando el consumo del petróleo ha sido un
poco (sic) más débil que el pronosticado. BIS aduce que lo empinado de la
declinación y sus cambios en las cotizaciones cotidianas son reminiscentes de
un activo financiero. Sin menospreciar la decisión reciente de la OPEP de no
recortar la producción, el BIS arguye que
existen otros factores que pudieron
haber exacerbado el desplome, entre ellos un nuevo e importante elemento con el
incremento sustancial de la deuda (¡supersic!) soportada por el sector
petrolero en años recientes. Se refiere al descomunal apalancamiento (
leverage) financierista de la industria petrolera y cuyas cuatro principales
trasnacionales anglosajonas son controladas por el Banco de Inversiones Black
Rock, el máximo del planeta. BIS demuestra en forma impactante que la emisión
por las firmas de energía, tanto de sus grados de inversión como de sus bonos
de alto rendimiento, ha superado de lejos a la de por sí sustancial emisión
total de títulos de deuda. Los títulos de deuda alcanzaron la cifra
estratosférica de 6 billones de dólares ( trillones en anglosajón), mientras
que la deuda en el rubro energético se
disparó, a partir del primer trimestre
de 2009, hasta el inicio de 2015, en la antigravitatoria cifra de casi 9
billones de dólares, equivalente al PIB nominal de China. ¡Increíble!. A juicio
de BIS la carga de la mayor deuda del sector petrolero pudo haber influenciado
la reciente dinámica del mercado petrolero al haber expuesto a los productores
a riesgos de solvencia y liquidez, cuando los menores precios tienden a reducir
el valor de los activos petroleros que respaldan la deuda. ¡La alquimia de la
deuda!. En términos de flujos financieros, un precio más bajo del petróleo
reduce los flujos de caja e incrementa el riesgo de escasez de liquidez, en la
que las firmas son incapaces de cumplir los pagos de sus intereses. Los
requerimientos del servicio de la deuda pueden inducir la producción física
(sic) continua del petróleo para mantener los flujos de caja, posponiendo la
reducción de su abasto en el mercado.
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