ES UN PAÍS FICTICIO CREADO POR LA UNIÓN SOVIÉTICA.
SÓLO LA
MENTE DELIRANTE DEL PRIMER MINISTRO
CONSTRUYE UN MURO QUE SEPARE UCRANIA
DE RUSIA
Escribe
AUGUSTO ZAMORA R. (*)
Fuente “Rebelión”
Miércoles 11 de Febrero 2015
(*) AUGUSTO ZAMORA R (Nicaragua) Abogado.
Analista. Escritor. Periodista en la prensa alternativa del Continente.
Embajador de Nicaragua en España.
Profesor de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales en la
Universidad Autónoma de Madrid. Autor de “Ensayo sobre el subdesarrollo. Latinoamérica
200 años después” entre otras obras.
Desde su fundación en 1949 y hasta 1999, la OTAN jamás
realizó ningún tipo de operación militar contra ningún país. En 1992, la URSS
se autodestruyó y, con su desaparición, se disolvió el Pacto de Varsovia.
Parecía que, al fin, después de tres mil años matándose entre sí, Europa
entraría en una era de paz. No ocurrió tal. De repente, la OTAN se desbocó y una
espiral
militar-imperialista la llevó a agredir a la reducida Yugoslavia de
Serbia y Montenegro en 1999; a invadir Afganistán en 2001, Irak, en 2003, y a
destruir Libia, en 2011. Cada nueva guerra de agresión ampliaba la OTAN. En 1999 entraron Hungría,
Polonia y Chequia. En 2004, Bulgaria, Rumania, Eslovenia, Eslovaquia y los
países bálticos. En 2009, Croacia y Albania. La OTAN aprovechaba la Rusia presidida por el alcohólico Boris Yeltsin,
para extender sus posiciones hasta las fronteras rusas, no obstante la promesa
de EEUU a Mijail Gorbachov, último presidente de la URSS, de que la OTAN no se
ampliaría hacia el territorio del antiguo Pacto de Varsovia. Hundida Rusia,
todo era fiesta y los miembros de la OTAN, con EEUU a la cabeza, se proclamaron
policías del mundo. En 1993, el
nacionalista extremista Vladímir Zhirinovsky, declaró que la ampliación de la
OTAN hasta las fronteras de Rusia llevaría a la tercera guerra mundial. En
Europa se rieron. El ascenso de Vladimir Putin al poder cambiaría el rumbo de
las cosas. Con Putin Rusia experimenta un espectacular renacimiento, que la
vuelve a situar como gran potencia mundial. Con Putin, Moscú entierra la
grotesca y atroz era Yeltsin y comienza a resituar al país más grande del
mundo. El primer escenario fue Chechenia, donde el ejército ruso aplasta, en
una guerra sangrienta y brutal, al movimiento separatista. La guerra con
Georgia, en agosto de 2008, no puede explicarse sin el referéndum de enero de
ese mismo año, por el que Georgia decidía incorporarse a la OTAN. El ataque
georgiano contra Abjasia y Osetia del Sur estuvo vinculado al acercamiento a
EEUU del gobierno de Mijaíl Saakashvili, electo en enero de 2004. Saakashvili
salió de una revuelta
denominada ‘revolución de las rosas’, que depuso al ex
ministro de Exteriores soviético, Eduard Shevarnadze. Nada de esto puede
desligarse de la llegada a Georgia, a partir de 2002, de centenares de
consejeros militares de EEUU, con la tarea de preparar, organizar y armar al
nuevo ejército georgiano. Resulta imposible creer que el EEUU de George Bush II
no estuviera al tanto de los preparativos de Georgia para invadir Osetia de Sur
y Abjasia, dada la cantidad de militares estadounidenses en el país. Más aún,
sería ingenuo creer que Washington no habría dado el visto bueno a aquella
guerra. En Ucrania hubo también una ‘revolución naranja’ –de escasa gloria y
abundante corrupción- y luego otra revuelta (el ‘Euromaidán’), tras la firma
por el presidente Yanukovich de un acuerdo comercial con Rusia y su rechazo a
entrar a la UE. Con el nuevo gobierno Ucrania dio vuelta a la tortilla y,
asesorado por EEUU, pasó de amigo a enemigo de Rusia. Tiene derecho el
ciudadano a preguntarse de qué palo se bajan algunos políticos, porque la peor
y más desastrosa política que podía asumir un país como Ucrania era alinearse
con los enemigos de Rusia. Para situarnos, si México, por un casual, hubiera
pedido su ingreso al Pacto de
Varsovia, ¿habría EEUU permanecido de brazos
cruzados? En 1983, en un discurso ante el Congreso, el presidente Ronald Reagan
justificó la guerra contra Nicaragua y la intervención en El Salvador con estas
palabras: “América Central, sencillamente, está muy cerca y los intereses
estratégicos son demasiado importantes para pasar por alto el peligro de que
ocupen el poder gobiernos con lazos ideológicos con la Unión Soviética”. Y el
Congreso dio fondos, muchos fondos, para que EEUU destruyera Centroamérica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario