miércoles, 4 de febrero de 2015

LA HOGUERA DE AYOTZINAPA

FELIPE DE LA CRUZ NO UTILIZA A FAMILIARES DE LOS 43. 
LES PRESTA SU VOZ. COMO PADRE DE UN   AGREDIDO. 
RELATA LO QUE TODOS SIENTEN Y PIENSAN. 

Escribe
LUIS HERNÁNDEZ NAVARRO (*) 
Fuente “La Jornada” de Mexico 
  Martes 3 de febrero 2015

(*) LUIS HERNÁNDEZ NAVARRO (Ciudad de Mexico 1958) Periodista de Investigación. Escritor. Desde 1997 es Coordinador de Opinión y articulista del  diario "La Jornada". Fundador de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). Militante.  Luchador social. Participa en otros medios importantes de la prensa alternativa del continente. 


Angel de la Cruz tiene 19 años. Es uno de los sobrevivientes del ataque del pasado 26 de septiembre. Conservó la vida porque, cuando comenzaron a acribillar a los jóvenes, corrió a protegerse entre los camiones y llamó por teléfono a su padre. Aldo Gutiérrez Solano, quien estaba a su lado, fue herido por
Felipe de la Cruz
 una bala  en la cabeza que le hizo perder 65 por ciento del cerebro. Tiene infarto cerebral y está en coma. Ángel lo vio caer y gritó junto con otros de sus compañeros: “¡somos estudiantes, no estamos armados!” Por teléfono, su padre le recomendó: “tirarse al suelo para que no te vayan a pegar”. Al finalizar los disparos pudo esconderse. El padre de Ángel es maestro. Trabaja frente a grupo en la colonia Renacimiento, de Acapulco. Enclave popular construido por Rubén Figueroa para echar a los pobres atrás de los cerros, lejos de los turistas, asolado por la inseguridad, la fetidez del ambiente y la carencia de servicios. Allí estaba cuando recibió la llamada de su hijo.  A más de cuatro meses del atentado en el que  
fueron asesinados tres de sus compañeros, uno más tiene muerte cerebral y 43 fueron desaparecidos, Ángel de la Cruz lucha por salir adelante. Él también es una víctima. Su padre asegura que su hijo está en ocasiones muerto en vida, con pocos ánimos e ilusiones.  El papá de Ángel se llama Felipe de la Cruz Sandoval. Nació en la comunidad de Monte Alegre, municipio de Malinaltepec, uno de los municipios más pobres del país. Además de Ángel tiene una niña de 14 años y otros dos hijos varones.   Durante la primavera magisterial de 1989 participó en la fundación de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación de Guerrero (Ceteg). Fue escogido por los familiares de los desaparecidos y asesinados como uno de sus voceros. Tiene facilidad de palabra y compromiso con las causas de su pueblo. Convencido de

que todos los seres humanos son iguales, la tarde-noche del pasado 29 de octubre le dijo al presidente Enrique Peña Nieto en Los Pinos que desconfiaba de él y que exigía una respuesta inmediata a la demanda de presentación con vida de los 43 jóvenes desaparecidos. De pie, con firmeza, advirtió al mandatario: “Si usted no tiene la capacidad para darnos la respuesta ya, también debe estar pensando lo mismo que el gobernador de Guerrero, porque también tiene responsabilidad.” Desde entonces, una y otra vez ha nombrado lo intolerable con valor y franqueza. Sin miedo, con sencillez, ha


prestado su voz al dolor, la indignación  de los padres de los desaparecidos. Sininjuriar, ha señalado a los funcionarios públicos responsables por acción o por omisión de los crímenes de Iguala. En respuesta a su verticalidad y gallardía se ha desatado una sistemática y ruin campaña de difamación en su contra. A pesar de los riesgos y la incomodidad en la que vive cada día, de los riesgos que asume al decir las cosas como son, se le quiere presentar como manipulador de los padres, envenenador de conciencias, que cobra su salario de maestro sin trabajar. Felipe de la Cruz no utiliza a los familiares de los desaparecidos de Ayotzinapa. Les presta su voz. Relata lo que ellos viven, sienten y piensan. Lo hace, incluso, con una moderación y un respeto que algunos no comparten. Lo hace desde su propio dolor de padre de un muchacho salvajemente agredido y desde su pertenencia a la comunidad escolar que le dio una profesión y un empleo. Aunque Felipe no esté impartiendo clases en este momento, da lecciones de civismo y dignidad a todo el país.   

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