PARA EL ANALISTA Y PERIODISTA URUGUAYO RAÚL ZIBECHI,
EL PAÍS
MÁS BENEFICIADO DE ESTA SITUACIÓN ES CHINA,
QUIEN SE VE OBLIGADO A IMPORTAR EL
60% DE LA ENERGÍA
Escribe
DECIO MACHADO (*)
Fuente Semanario “Diagonal”
30 de enero 2015
(*) DECIO MACHADO (Brasil) Es
un asesor silencioso del presidente de Ecuador Rafael Correa. Pertenece a la
Fundación Centro de Estudios Políticos y Sociales. Consultor en Análisis
Estratégico y Comunicación. Director Ejecutivo de la Fundación Alternativas
Latinoamericanas de Desarrollo Humano (ALDHEA). Militante de la CGT y del
Espacio Alternativo y miembro del Consejo de Redacción del periódico
Diagonal. Colabora con múltiples revistas y periódicos alternativos
El impacto de la caída del precio del petróleo, que a
mediados de enero se situaba por debajo de los 48 dólares el barril, está
teniendo un efecto devastador para las economías de los países productores en
América Latina, donde se proyectan importantes déficit presupuestarios. Brasil
cerró el ejercicio 2014 con un crecimiento de apenas un 0,2% del PIB, mientras
Argentina
y Venezuela entraron en recesión con resultados de -0.2% y -3.1%
respectivamente. Ya en 2014 América Latina había registrado una tasa de
crecimiento apenas superior al 1%, la más baja de los últimos 12 años, con
excepción de 2009, cuando el subcontinente sufrió los efectos de la crisis
financiera internacional. Unos resultados motivados por el ajuste a la baja del
precio internacional de las materias primas, también para 2015. Para el
analista y periodista uruguayo Raúl Zibechi, el país más beneficiado de esta
situación es China, quien se ve obligado a importar el 60% de la energía que
consume, mientras que Venezuela, Ecuador, Brasil y
Argentina forman parte del
club de los “grandes perdedores”. Para Zibechi, “la región quedó a nivel de
planificación, a la deriva, sin planes de futuro y sin propuestas serias”.
Desde una perspectiva más positiva, Germán Alarco, de la Escuela de Postgrado
de la Universidad del Pacífico de Lima, considera que esta situación genera
“una llamada de atención para que estos países vayan ajustando sus modelos
económicos y procuren una mayor diversificación productiva”. En todo caso, sobre lo que no cabe discusión es que el
escenario actual plantea una prueba de estrés para las economías más
importantes del subcontinente, declarándose el final de la era de la
abundancia, periodo en el que se aplicaron políticas sociales que posibilitaron
reducir la pobreza, mejorar la desigualdad e incorporar un sinnúmero de
personas a las crecientes clases medias. Venezuela, donde el petróleo supone el
96% de las exportaciones totales y algo más del 60% de los ingresos del Estado,
es la nación más afectada de la región. Una situación aliviada en parte por los
recientes acuerdos alcanzados con China, a través de los cuales recibirá más de
20.000 millones de dólares en inversiones para proyectos de carácter económico,
energético y social. Más allá del “balón de oxígeno” chino, Maduro se ha visto
obligado a anunciar un Plan de Recuperación Económica para los seis primeros
meses de 2015 que incluye una optimización del sistema de administración de
divisas con el objetivo de influir en el crecimiento integral del país,
controlar la inflación –que alcanzó en noviembre el 63,6%– y mejorar la
inversión social. La caída del precio del petróleo ha sembrado dudas sobre la
rentabilidad de tres grandes proyectos energéticos en la región por sus altos
costos: la explotación de las reservas de crudo extra pesado de la Faja del
Orinoco en Venezuela; la explotación de las reservas en aguas profundas
–presal– en Brasil; y la explotación mediante fracking de las reservas no
convencionales de Vaca Muerta en la Patagonia argentina. Esta
misma situación
se repite en Ecuador, en los bloques ITT, también de crudo extra pesado, del
Parque Yasuní. El Gobierno de Rafael Correa pretendía en 2016 extraer entre
523.000 y 586.000 barriles diarios, pero se ha visto obligado a recortar el
presupuesto estatal para este año 2015, incrementando a su vez su deuda externa
mediante amplias líneas de crédito con bancos chinos.
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